El ministro de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes, ordenó la suspensión de la red social X (ex Twitter), por difundir noticias falsas, y tras no cumplir nombrar un representante de la plataforma en el país más grande de Sudamérica.
De Moraes dispuso el cierre inmediato de la plataforma del multimillonario de origen sudafricano, Elon Musk, quien reaccionó en su cuenta señalando que «el dictador Voldemort está intentando destruir la democracia en Brasil», refiriéndose al archienemigo de Harry Potter.
Musk deberá cumplir las órdenes de la Corte Suprema, pagar las millonarias multas si es que quiere recuperar el potencial de 230 millones de suscriptores que viven en Brasil.
El empresario dijo que la red de Internet satelital de su propiedad, Starlink, sobre la cual hay más de 260 mil abonados en las zonas apartadas de territorio, especialmente en el Amazonas, seguirá operando gratuitamente.
En medio de la polémica, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula de Silva, dijo que «cualquier ciudadano de Brasil o extranjero que invierte en Brasil está subordinado a la Constitución brasileña, por tanto si la Corte Suprema tomó una decisión para que se cumplan ciertas cosas, si no cumple deberá tomar otra actitud. No porque él tenga mucho dinero va a faltar el respeto. El es un ciudadano americano, no es un ciudadano del mundo. El no puede andar ofendiendo presidentes, ofendiendo diputados, ofendiendo al Senado, ofendiendo a la Corte Suprema. ¿Qué piensa que es él? El tiene que respetar la decisión de la Corte Suprema, si así no fuese este país nunca será soberano».
Luego agregó que «nuestro país no tiene un complejo de inferioridad, porque él gritó nosotros tenemos miedo, no. El tiene que aceptar las reglas de este país, tiene que aceptar la decisión de la Corte Suprema. Si vale para mí, vale para él», afirmó.
El conflicto comenzó hace algunos meses, cuando el juez De Moraes ordenó a Musk cerrar cuentas que atacaban con mentiras a políticos, a lo que el dueño de X se negó. A juicio del magistrado, la plataforma está siendo instrumentalizada por grupos extremistas mediante la «masiva divulgación de discursos nazis, fascistas, antidemocráticos y de odio».