Era buena la canción del No, hasta me emociona recordar esos años. Yo tenía 25, 15 años bajo una dictadura, más de la mitad de mi vida. Éramos 10 millones de chilenos el año 1973, hoy quedamos cinco millones vivos.
He estudiado la historia completa de los últimos 60 años y la he vivido en carne propia, soy testigo y mi opinión se funda en los hechos que viví como familia y como periodista, hablando con cientos de víctimas y con otros tantos autores de los crímenes.
Pero hoy no estoy enfocado en esa época, sino en la actual, en la que estamos viviendo y en lo que viene. Confío en que nos dirán dónde están, dónde los arrojaron al mar, donde los dinamitaron, dónde los fusilaron. No me pierdo en ello, cada minuto pienso en Eduardo Jara, en Ricardo Núñez, los míos asesinados; en Cecilia, mi hermana que sobrevivió y que hasta hoy espera justicia, hasta hoy sigue siendo hostigada por sus captores.
Cuando cantábamos vamos a decir que No, lo hacíamos con esperanza, y triunfamos. Lo hicimos entre todos, unidos, buscábamos el bien común. Luego los niños crecieron y nos enrostraron los 30 años. Crecieron y votamos por ellos. Juntos, los más viejos y los más jóvenes comenzamos a retomar la épica del No.
Hoy estamos en un nuevo desafío, ya no pensando en los 30 años, sino mirando cómo nuestra democracia parece desvanecerse ante la arremetida de lo simple, lo que se verbaliza en cualquier esquina, lo que es fácil, eso que se comenta como rumor y que en las redes sociales es creíble, aunque sea falso.
Ese desafío tiene solo una palabra, se llama Unidad. Para qué me dirá dirá usted, pues para hacernos cargo del mundo en que estamos viviendo. Y cuando digo hacernos cargo es TODOS nos debemos hacer cargo del cambio climático, de las paupérrimas pensiones, de la ignominia que sufre nuestra sociedad con el 1% más rico dueño del 30% de la riqueza de Chile. Y en esto no se trata de más impuestos para la riqueza, que siempre debe pagar más el que gana más, sino que se trata de luchar porque hayan más empresas, más trabajo y menos colusión, menos elusión y menos evasión. Sí, por ejemplo, cómo le vamos a exigir a una persona que pague el pasaje del bus cuando los poderosos pagan con clases de ética, cuando a Impuestos Internos se le vencen los plazos con las grandes fortunas.
Hablo de unidad de propósitos, de enfocarnos también en la lucha política, tarea que hoy está contaminada por los lobistas que pululan en el Congreso, que pautean descaradamente a los partidos y que han logrado financiarse de modo indirecto con familiares y amigotes, transversalmente. De eso deben hacerse cargo la justicia, el gobierno y el Congreso.
Pero tenemos tareas por cumplir como sociedad responsable. Debemos defender los derechos consagrados en la Constitución y abogar por una Carta que nos represente a todos. Si ello no se logra y se vota en contra, pues habrá otros que lo consigan, tarde o temprano. Así como no nos ponemos de acuerdo con el pasado, no nos unirá el futuro, pero debemos intentarlo.
Una salida para la democracia es, por ahora, seguir con la actual Constitución y lograr una lista de unidad en las municipales, la de gobernadores, cores, concejales, y prepararnos con una lista de unidad para ganar el próximo Congreso. En ese momento podremos hacer los cambios necesarios, así como fue el Acuerdo Nacional que reunió a Chile transversal contra la dictadura y derrotamos a Pinochet. Hoy se trata de derrotar al pinochetismo, a los Trump, a los Bolsonaro, a los Kast, otra vez.