Especial para Desenfoque. Miguel Ángel San Martín. Periodista.
La democracia española se ha pronunciado con contundencia este domingo en las elecciones autonómicas y municipales. Más de 36 millones de electores fueron convocados para renovar 12 Parlamentos Autónomos de las 17 Regiones en que está dividido el país, además de 2 ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, instaladas en el norte de África. Además, se renovaban alrededor de 8.100 municipios.
Los resultados dieron el espaldarazo a la oferta del derechista Partido Popular (PP), que le ha arrebatado a la izquierda seis Gobiernos Autónomos, como los de Valencia, Aragón, Baleares, La Rioja, Extremadura y Cantabria. Y ha conseguido ganar con mayoría absoluta el Gobierno Autónomo de Madrid y el Ayuntamiento de la capital española, un resultado que hacía 20 años no conseguía. Según los pactos con la ultraderecha, y dependiendo de los de la izquierda, el PP podría alcanzar también los gobiernos de Castilla-La Mancha y Asturias.
Por su parte, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) resiste en votación, pero pierde mucho poder autonómico y municipal al derrumbarse los partidos que están a su izquierda, como es el caso de Unidas Podemos en coalición con Izquierda Unida, que ha desaparecido en importantes plazas, como es el caso de Madrid y Valencia. La izquierda dura ha perdido la alcaldía de Barcelona, pero los socialistas catalanes podrían ganarla si logran coaligarse con una izquierda catalana tan diluida.
También ha desaparecido del mapa político español el partido Ciudadanos, del centro derecha, absorbido absolutamente por el PP.
Sin duda que estos resultados marcarán un nuevo rumbo a la política general de España. El líder de la derecha, el gallego Alberto Núñez Feijoo, evitó el exitismo y mantuvo esta madrugada un tono de humildad, señalando “España ha iniciado un nuevo ciclo político. Sé que mi momento llegará si los españoles quieren. No es mi momento, es del Partido que presido”. Era una forma de moderar los gritos que le señalaban como Presidente del Gobierno español en las elecciones generales que se efectuarán a fin de año.
Desde el PSOE, la vocera y Ministra de Reducación, Pilar Alegría, reconoció “la derrota del PSOE en estas elecciones” y felicitó al PP por su resultado. “Es evidente que es un mal resultado –dijo- no es el que esperábamos. Quiero agradecer a los más de seis millones que han confiado en nosotros”. Y puntualizó con claridad que “Aspirábamos a forjar mayorías de progreso, pero no se ha producido. Debemos hacer las cosas mejor de cara a las próximas elecciones. Recogemos el guante y entendemos el mensaje. Debemos hacer una reflexión de cara a los próximos meses”.
¿Cómo se explica este resultado electoral? Desde mi modesta opinión, creo que el Partido Popular consiguió darle un carácter de nacional a un proceso electoral regionalista y local. Se aprovechó de la situación creada por la pandemia, del problema de la guerra en Ucrania y de la enorme inflación que azota a gran parte del mundo. Y manejó los hilos de una comunicación muy punzante y desgastadora, con una contundencia brutal, en contra del Presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez.
Por su parte, el liderazgo de Sánchez, que ha obtenido gran preponderancia a nivel de Europa y que, por el contrario, en España se desfiguró aceleradamente, deja al descubierto que faltan figuras de relieve que le acompañen en la gestión de sus importantes tareas. Además, desde la coalición de izquierda fue creciendo una sensación de división que ha provocado desazón en sus votantes. Mientras la derecha se unía en torno a varias figuras y recogía a su favor los mensajes de la ultraderecha, la izquierda se fue atomizando producto de la desilusión y desorientación de sus votantes, especialmente cuando se escucharon demasiadas críticas en contra de Pedro Sánchez, incluso desde sus propios aliados en el Gobierno.
Es de esperar que la euforia no precipite a los ganadores de esta contienda electoral a desarrollar campañas arrogantes y excluyentes. España necesita avanzar en proyectos importantes impulsados desde el actual Gobierno de izquierda moderada y realista. Necesita mantener su imagen destacada en el concierto de Europa, gracias a políticas públicas de progreso.
Si la derecha, coaligada con la ultraderecha, sigue con sus ideas que significan retroceso del proceso de bienestar social, privatizando la salud, priorizando la educación privada y retornando a los planes de crecimiento de las inmobiliarias, la euforia de hoy podría ser cambiada por el fracaso en las Elecciones Generales del mes de diciembre próximo.
Por el contrario, si la izquierda de este país no es capaz de plantearse una autocrítica severa, si no se abre a la participación amplia y generosa, si no establece lazos férreos de unidad en torno a un programa mínimo de aquí a diciembre, no podrá repetir gobierno y el camino al Palacio de la Moncloa le será ajeno definitivamente.