La muerte de mi perro

Columna

Discúlpenme que haga un alto respecto de la agenda política y ocupe unos minutos para referirme a la sensible muerte de mi perro, Martín. Seguramente no tiene más interés público que la biografía de cualquier senador socialista, haya o no humillado al Presidente Boric votando en contra de José Morales. Pero es mi perro y para mí una pérdida terrible, pues tuvo una lealtad de perro conmigo, es decir, adhesión incondicional y decencia para aceptar nuestros principios de convivencia, algo que muchos humanos no tienen ni cultivan. Solo me exigió un poco de atención y cariño.

Me acompañó catorce años en los que lució todo el carácter amistoso y cerril de un foxterrier pelo de alambre. Bello, inquieto, nervudo, blanco manchado negro, cola recortada y mandíbulas feroces, imposibles de que soltaran un palo de escoba o un hueso. Un acróbata de boca, por la fuerza de su mordida y su sabiduría de los olores. Manso con los niños y fiero anti ratas, oficio madriguero que le dieron los ingleses a su raza en la Londres del 1700, En plena humareda de la revolución industrial, cuando las ratas cazaban seres humanos en las ciudades. Eso los hizo amantes y defensores de los niños.

Mis locas ideas utópicas acerca de una Nueva Constitución para Chile, solo fueron escuchadas pacientemente por Martín y acurrucadas en sus lamidas de mano y sus dormires a mis pies. Aunque también, justo es decirlo, acompañadas por nuevos amigos a los que nunca, como buen humano, he agradecido como se lo merecían.

Martín fue un gran compañero de mis penas ante la enfermedad de mi esposa Matilde, su verdadera dueña. Cuando a ella le dije que nos había dejado, creí ver en su rostro enmudecido por el Alzheimer un brillo mayor de sus ojos, como si entendiera mis palabras, pues sé que las sintió muy adentro de su nube. Porque los seres vivos siempre sentimos. Como estoy seguro sentía Martín cuando miraba pacientemente desde una silla en la que aprendió a sentarse aún cachorro, y escuchaba las peroratas de mi última ilusión política, como fue mi candidatura a la Convención Constitucional por el Distrito 9.  Dados los resultados, los míos digo, pienso que mis pocos amigos tenían razón de que con las ideas de decencia y cambios que yo predicaba para el país, ni los perros votarían por mí.

Pero yo porfiado, entre otras cosas por sus propias enseñanzas y mi inclaudicable tozudez, me aboqué a un territorio donde la pobreza y el desarraigo no impiden la existencia de una cultura de perros y de gente que quiere a los perros, pero diferente a la que conviví con Martín.  Ahí, la vida es dureza de calle, muchos son pandilleros y de manada aunque vivan en casas, y las más de las veces son sobrevivientes de patadas, borrachos hambrientos y de rincones oscuros, donde la humanidad transa sus vicios y sus temores.

Mis locas ideas utópicas acerca de una Nueva Constitución para Chile, solo fueron escuchadas pacientemente por Martín y acurrucadas en sus lamidas de mano y sus dormires a mis pies. Aunque también, justo es decirlo, acompañadas por nuevos amigos a los que nunca, como buen humano, he agradecido como se lo merecían: Ita, Koty, Nahuel, Lucho Parlante, Carlos Flores, don Juanito y varios otros.

Lo acabo de enterrar a mi perro, hace pocas horas, en un rincón de mi jardín. Con una pena infinita puse sobre la tierra húmeda que ahora lo cubre, un viejo macetero de arcilla con una planta de toronjil y una florecida kalanchoe, para que sus semillas le desentierren, en su último viaje en la Pacha Mama, el cáncer que le comió los riñones. Y mientras sólo lo velo con un vaso de vino en la mano, cito parte de un poema de Mario Benedetti, antes de volver mañana a mis afanes cotidianos, con una cierta vergüenza de mi escasa humanidad.

y aunque estaba en la calle como perdido

perro convaleciente que lame sus heridas

de pronto supe que tu ausencia y yo

estábamos rodeados por un abrazo prójimo

y sin pensarlo dos veces me fui

con tu ausencia y con ellos

a faenar desconsuelos

a bregar otra vez por el hombre.

Acerca de Santiago Escobar 50 Articles
Abogado, analista político y experto en temas de seguridad.