La frase es de un comentarista político transandino para calificar la alta abstención de las elecciones del domingo en Argentina (solo votó el 67% de los electores) como un indicativo de las enormes dificultades que existen para generar adhesión ciudadana y mayor certidumbre en un clima político polarizado.
La sorpresa del triunfo de Milei en las elecciones legislativas de medio período y su discurso de tono moderado y conciliador a la hora de evaluar su triunfo y delinear los pasos futuros del gobierno, no son garantía de nada. La posibilidad de que la búsqueda de la mayoría parlamentaria -relativamente fácil negociando- tenga por finalidad consolidar un paquete económico que en lo esencial estabilice las cuentas fiscales pero las medidas de ajuste lesivo para los sectores menos favorecidos, persistan.
Solo las acciones o metas futuras – posiblemente la presidencial dentro de dos años- pueden dar credibilidad a un Milei reflexivo y cauto. Por el momento, su gobierno requiere de capacidad de diálogo y maniobra, pero el perfil de un Milei de tono agresivo e histriónico se mantiene. En todo caso no es menor haber dado un giro de 180° a la derrota electoral de hace menos de un mes, que le dio un 41% de apoyo nacional y un triunfo notorio incluso en la Provincia de Buenos Aires y en las principales ciudades del país. Demuestra flexibilidad y astucia política, además de un registro vocal desafinado.
El éxito electoral del gobierno de La Libertad Avanza, muy alabado por los sectores republicanos en Chile, le brinda un respiro emocional a José Antonio Kast a este lado de la frontera. Le da justificación y aliento al giro reflexivo y menos agresivo que viene mostrando en el tramo final de su campaña, disminuyendo el impacto negativo de quienes le critican desde su sector una pérdida de fuerza en su “promesa de gobierno fuerte”.
Aunque no es el caso de Argentina donde el debate político se centra en la validez del modelo económico del país algo que en Chile no está en discusión, preocupan los impactos sociales de determinadas políticas económicas. Las políticas de austeridad fiscal que se vocean en ambos países y que en Argentina han lesionado a los pensionados, adultos mayores y al sector salud, en el caso de Chile inquietan por la existencia de una gran cantidad de bonos y subsidios como la PGU y otros. Ello pese a que Kast, Kaiser y toda la derecha han sido enfáticos en señalar que esto no se tocará, e incluso que podrían aumentar.
Es evidente que esto último en Argentina no ha ocurrido y que las promesas de austeridad de los autoritarios han golpeado fuertemente a los sectores sociales menos favorecidos, como pensionados y enfermos crónicos. Es la esencia del debate político junto con la corrupción en el país vecino. El voto por La Libertad Avanza ha sido interpretado como una reacción negativa frente a un pasado económico corrupto.
En Chile el foco temático es diferente. Primero, persiste la sensación de que el país está altamente fragmentado y caracterizado por el miedo y la incertidumbre, y que debate solo de seguridad y delincuencia. Entonces, el tema no es económico como en Argentina sino político y cultural. Y eso hace volátil el diálogo, pues si la base de esta es la confianza, esta es el principio de menos valoración en todo el país. Nadie le cree a nadie, más allá de un 12% porcentual y por eso no existe diálogo. También por eso hay tres candidatos y medio de derecha y tres candidatos y medio de centro izquierda. El justo medio de toda fragmentación política.


