La centroderecha desapareció en la campaña. Ahora se autodenominan derecha, a secas, lo que es positivo, pues “sincerizan” lo que ese sector representa en Chile y en el mundo. Junto con ello, se han envalentonado con los gobiernos de Donald Trump y Javier Milei, con los de Bukele y Noboa, y están confiados en que ganarán la presidencial y la parlamentaria en Chile.
Para ello tienen una batería de encuestas que todas las semanas nutren a los medios de comunicación que manejan empresarios de derecha. Los especialistas, sociólogos, psicólogos e ingenieros comerciales repiten que, con el voto obligatorio por primera vez, no es posible hacer pronósticos sobre quién ganará, pero los hacen.
Por ejemplo, dan por derrotada a quien lidera las mismas encuestas en una hipotética segunda vuelta presidencial. Es más, señalan que cualquiera de los que marchan segundo, tercera y cuarta, serán presidente o presidenta en diciembre. Pero como dato mata relato, veámoslos.
La única vez que un candidato ganador en primera vuelta no repitió en segunda fue el 2021. Entonces el voto era voluntario. Gabriel Boric, que había sido segundo detrás de José Antonio Kast (27,91% – 25,83%), lo dio vuelta y triunfó en el balotaje. El resultado fue abrumador. Pasó de 1 millón 814 mil votos a 4 millones 620 mil. Kast subió de 1 millón 960 mil a 3 millones 650 mil. Lo notable fue que votaron 1 millón 250 mil personas que no lo habían hecho en la primera vuelta.
¿De dónde sacó Boric los 2 millones 800 mil que no había conseguido en noviembre? Provoste aportó 815 mil, ME-O 534 mil y Artés 103 mil. Estos sumaban 1 millón 450 mil. Entre todos, Boric, Provoste, ME-O y Artés juntaron 3 millones 264 mil votos. Le faltaba 1 millón 356 mil para sumar los que finalmente obtuvo. A ello agreguemos y supongamos que el millón 250 que votó en la segunda vuelta, y que no lo hizo en la primera, fue para Boric. Pues todavía faltan104 mil. Probablemente provenían de Parisi, quien remató tercero.
Pero veamos qué pasó con la votación de Kast entre ambas vueltas y cuánto le aportaron Sebastián Sichel y Franco Parisi. Entre ambos entregaron 1 millón 800 mil votos, lo que sumado al millón 960 de Kast, reunieron una base de 3 millones 760 mil. Es decir, en segunda vuelta la votación de la derecha bajó en 110 mil votos (3 millones 650 mil).
Todo lo anterior, aclaremos otra vez, fue con voto voluntario. La centro izquierda movilizó un millón 250 mil votantes adicionales entre la primera y la segunda vuelta y le arrebató 110 mil votos a la centroderecha.
Los nulos y blancos con voto obligatorio
Veamos una comparación con una región como Valparaíso con el voto obligatorio, como fue en octubre del 2024 la elección de Gobernador. Aclaro que no es extrapolable ni se busca compararla con una elección con voto voluntario.
En la segunda vuelta se midieron Rodrigo Mundaca (ind.FA) y María José Hoffmann (UDI). La ex diputada obtuvo 248 mil 194 votos en la primera vuelta, contra Mundaca que consiguió 389 mil 284. Por sector, la centroizquierda reunió 586 mil 260 preferencias, mientras que la centroderecha 560 mil 692.
Ahora con voto obligatorio, la derecha sacó 95 mil votos menos que en primera vuelta, mientras que la izquierda consiguió 187 mil votos que no había obtenido, pese a que en el balotaje votaron 31 mil personas menos. Así, ¿de dónde aparecieron los votos de Mundaca? Hubo 107 mil votos que en primera vuelta no marcaron preferencias, por tanto, blancos, pero que en segunda vuelta sí lo hicieron (65 mil) y marcaron Mundaca. También los nulos bajaron de 115 mil a 56 mil. Estos también marcaron Mundaca. Aun así, faltaban 66 mil votos, los que los aportó parte de la derecha, especialmente la mitad de los adherentes de Manuel Millones (ind.PSC).
En la Metropolitana pasó algo muy similar, donde la diferencia entre nulos y blancos -entre primera y segunda vuelta- favoreció a Claudio Orrego sobre Francisco Orrego. El ex DC consiguió 323 mil 469 votos más en la segunda vuelta respecto de la primera, mientras que su oponente de derecha no logró mantener los 2 millones 70 mil votos de la centroderecha, cayendo en 14 mil 665 entre ambas vueltas.
En esta región también sucedió lo que pasó en Valparaíso, donde entre blancos y nulos disminuyeron un 66% los primeros y un 45% los segundos. Tres de 4 de los que optaron por marcar y emitir un voto válido lo hicieron por Claudio Orrego, uno por la derecha.
En el análisis se puede señalar que ambos Gobernadores eran incumbentes y que ello les daba alguna ventaja, lo que no sucede en la elección presidencial. Podría ser un dato, pero los votantes nulos y blancos de la primera vuelta no votaron por ambos ganadores, como sí lo hicieron por Mundaca y Claudio Orrego, muy mayoritariamente, en la segunda.
En el sur, en O’Higgins se produjo el mismo fenómeno en segunda vuelta ante la amenaza que significaba el republicano Fernando Ugarte frente al socialista Pablo Silva. De los 69 mil votos blancos en primera vuelta, 47 mil optaron por marcar Silva en el balotaje y, de los 87 mil nulos, 25 mil cambiaron de idea y apoyaron al socialista.
En una votación donde se puede imponer un extremo, las y los electores sacan la voz y los desechan. La duda es si la propaganda contra Jeannette Jara y el Partido Comunista todavía surte efecto como en las campañas hasta hace 15 años. Hoy hay senadores y senadoras, diputados y diputadas de esa colectividad y el país ha seguido su marcha.
Si las encuestas apuntan a Jara en primera vuelta con una ventaja de 8 a 10 puntos sobre el segundo(a), veremos si el «cuco» de los comunistas sigue vigente, porque el voto es obligatorio y solo los blancos y nulos de la primera vuelta definirán la presidencia en el balotaje.
Ahí están los datos. El pueblo es el soberano.


Fuente: SERVEL
Gráficos Angélica Bello


