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    Defender nuestro patrimonio

    Estoy sorprendido, dolorosamente sorprendido por lo que está ocurriendo en el Diario y Radio La Discusión de Chillán, mi tierra original.  A la desaparición de la Televisión y de la Imprenta, ahora se percibe la lenta agonía del diario y la radio.

    Han sido despedidos sorpresivamente once trabajadores del Diario La Discusión, de Chillán, incluyendo a su Director. Y anuncian que dejan ahora la conducción del diario en manos de profesionales de Concepción, ciudad vecina, capital de la Región del Bio Bio. La medida fue adoptada por las autoridades de la Universidad de Concepción, contando con el empresariado que le gestiona.  También ha sido despedida una veintena de periodistas,

    Técnicos, diseñadores, camarógrafos y locutores del Canal TVU, junto con profesionales del Diario Concepción. Entre ellos, muchos que habían cumplido treinta años en esas empresas.

    Sin duda, la medida extrema determinada por la autoridad universitaria penquista deja al descubierto una pésima gestión empresarial y una despreocupación por el significado que tiene, no sólo para los profesionales despedidos y sus familias, sino también para el patrimonio cultural de ambas regiones.

    El diario La Discusión de Chillán, es el segundo más antiguo de Chile y el tercero en antigüedad de América del Sur. Ese sólo hecho ya le destaca como un valor patrimonial de importancia fundamental en el desarrollo de la idiosincrasia de los ñublensinos. Un hito cultural que deja de pertenecer sólo a una entidad comercial y traspasa los límites patrimoniales de la sociedad. Por lo tanto, es un valor social innegable en la región que debe ser protegido, cautelado, por la autoridad gubernamental.

    No es de recibo que quienes decretaron la expulsión de tantos trabajadores, mostrando su interés en hacer desaparecer al periódico, dejaran de lado este aspecto patrimonial – cultural de la relación entre ese medio y la sociedad a la cual ha servido por tantos años. De esa relación ha surgido la identidad que distingue a los ñublensinos, en general.  Identidad que fue elemento fundamental en la decisión gubernamental que otorgó el carácter de Región a Ñuble.

    Muchas veces hemos dicho que Ñuble es “cuna de héroes y talentos”. Y citamos a los padres de la Patria, con Bernardo O`Higgins en primer lugar. Y hablamos de los talentos interpretativos como el barítono Ramón Vinay, considerado el mejor Otello de la ópera mundial, o el pianista Claudio Arrau, el gran intérprete de Beethoven. Pero nos quedamos ahí, sin considerar a los verdaderos héroes cotidianos que crean e interpretan la cultura que nos distingue basados, precisamente, en la información que le proporciona la prensa autóctona regional.

    La Discusión, que ya ha hecho desaparecer su Imprenta y ahora se apresta a hacer lo mismo con el Diario y la Radio, en sus 155 años de existencia, desde su fundación por parte del abogado Juan Ignacio Montenegro, ha sido dirigido por tres Premios Nacionales de Periodismo y ha enfrentado situaciones importantes del mundo y de la región, como las dos guerras mundiales, los golpes de estado de Ibáñez y Pinochet, y otras de menor rango. Ahora le toca enfrentar una mala gestión empresarial y un momento de dudas sobre su futuro.

    Sinceramente, creo que ha llegado la hora de la intervención de las autoridades, locales, regionales y nacionales, para mantener vivo este patrimonio de Ñuble. No se trata de insuflar solamente dinero a una entidad privada mal gestionada, sino que deben surgir iniciativas para mantener en la vía correcta a esta institución que ha sido testigo y protagonista de la Historia y del crecimiento de nuestra idiosincrasia regional. Y también es la hora de que las entidades ciudadanas igualmente se suban al carro de los apoyos solidarios para que La Discusión no desaparezca.

     

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