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    InicioDestacadaTrump, Maduro y la Trampa 22*

    Trump, Maduro y la Trampa 22*

    Despliegue de submarinos y artillería nuclear por parte de Trump; robo de elecciones y clientelismo criminal en el uso del Estado de parte de Maduro; redadas indiscriminadas y criminalización de migrantes con   especialización carcelaria de países satélites usados por Estados Unidos; alianzas de gobierno con los jefes de bandas criminales en Venezuela. Todo intermediado por mensajes de amor y odio cívico del tipo “Marco Rubio lo está envenenando, señor Trump. Cuidado”, de parte de Maduro y un precio de 50 millones de dólares por la cabeza de Maduro ofrecidos por EE. UU. ¿Vivo o muerto, es la pregunta? Nadie sabe, pero todo junto es un mal culebrón televisivo.

    Es moda hablar del “Cartel de los Soles” en relación con Venezuela. Pero el guion no está completo si se omite la tensión interna de la primera potencia mundial generada por Trump. Su escalamiento inverosímil de medidas de fuerza frente a temas menores es mucho más que el despliegue militar frente a Venezuela. Trump tiene un objetivo interno, especialmente en los Estados de la Unión que gobiernan los demócratas. Así, Maduro y compañía tratan de conservar con todo tipo de trampas el poder mientras Trump está demoliendo el consenso político del sistema federal norteamericano buscando la “inmortalidad de un tercer mandato”. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra si la petrolera Chevron sigue haciendo buenos negocios en Venezuela?

    Entonces cobra sentido entender el tema del narcotráfico como enfoque de poder no de riqueza. Porque que existe es efectivo, pero la asimetría entre amenaza y uso de la fuerza de punición, verdad o simulación de riesgo que tiene a nivel de calle, hace que los submarinos nucleares y drones de precisión militar parezcan un acto de escarmiento tan criminal como el tráfico de drogas. Y eso es un error colosal por parte de Popeye.

    La Venezuela de hoy no se puede explicar sin el Cartel de los Soles. Unos dicen que no existe, otros que sí. Es natural exigir pruebas mínimas en las cosas de seguridad sobre todo porque de todos los aspectos de gobierno es lo que experimenta mayor enmascaramiento.

    A nivel de calle o de botes, según como se mire algo, una misma nave pequeña, como el barco hundido por un dron de ataque norteamericano, sirve para transportar droga o migrantes ilegales. Las pruebas son esenciales para la legitimidad de una declaración gubernamental, y más aún, para una acción punitiva autodeclarada como causante de 11 muertes en alta mar. De otra manera se corre el riesgo de igualar los negocios turbios o criminales, que no tienen ni patria ni ética y operan fuera de consideraciones humanitarias o legales, con la existencia moral y legítima de los Estados.

    El crimen organizado es transnacional, afecta todo territorio que toca, y es agente corruptivo para los Estados. No registra su contabilidad en la hacienda pública, no publica memorias financieras ni hace reportes anuales públicos para sus asociados. Como negocio opera en las sombras, y todo lo que sabemos de él proviene de investigaciones concluidas, deducciones o inducciones a partir de datos indirectos o lo que proporciona honestamente y sin intoxicar la inteligencia de los Estados.

    Su doctrina es la amenaza y el miedo, y su lema favorito, plata o plomo.  Como negocio innova o muta, corrompiendo la vida económica de una sociedad. Su organización son redes difusas y flexibles que solo hechos anómalos o imprevistos sacan a la luz. En la economía está la mayor verdad, y el mecanismo más útil para combatirlo no es la fuerza militar sino investigar la idea económica matriz del negocio y sus alcances. Estados Unidos nunca ha publicado nada sobre el impacto de crecimiento en su economía que tienen los dineros del crimen organizado que se lavan en sus bancos regionales o estaduales. Delaware es un Estado de la Unión organizado como paraíso fiscal.

    Toda organización criminal tiene un bien específico y principal sobre el que basa su acción. El llamado Cartel de los Soles lo tiene en la política. Por ella controlan el Estado venezolano y su sistema de decisiones. A él le agregan mecanismos complementarios, como las relaciones familiares, el poder militar, el liderazgo social (controlar una región, o un sector sindical o empresarial) y un largo etcétera.

    Lo que se sabe que es el Cartel de los Soles

    Bajo este prisma el Cartel de los Soles no sería un grupo jerárquico sino un poder que ha evolucionado a ser una red de redes. Y hoy su principal negocio no estaría en el tráfico de drogas, sino en la amplia diversificación que brinda controlar las decisiones de todo el Estado.

    Hoy el «Cártel de los Soles» es un sistema de clientelismo criminal regulado por el régimen de Maduro, que lo organiza y mantiene, asignando y distribuyendo concesiones, eligiendo nombramientos y asegurando su protección e impunidad. Por lo tanto, está también en otras economías criminales como el contrabando de combustible, la minería ilegal, el mercado negro y la extorsión. Es menos una red de tráfico de drogas dirigida por militares y políticos chavistas, y más un asignador de concesiones y recursos, función típica de un gobierno.

    El funcionamiento de esta red se orienta a regular los nodos regionales de gobierno de Venezuela que articulan poder político, militar y criminal, unidos y amparados por el régimen nacional al que deben lealtad y del que reciben garantía de impunidad. De él reciben asignación de regiones o sectores con oportunidades de enriquecimiento ilícito a través de economías criminales, entre la cuales por cierto está el narcotráfico.

    El ADN del Cartel de los Soles estuvo en su origen en el tráfico de drogas cuando en la década de los 90 mandos de la Guardia Nacional empezaron a colaborar con narcotraficantes haciendo la vista gorda para que estos movieran libremente sus mercancías ilegales. En la década del 2000, se incorporaron ramas del ejército al delito, en medio de la crisis interna y regional que empezaba a vivir el chavismo, lo que dio un envión a la corrupción militar.

    Ya no solo se cobraba a los narcotraficantes por permitirles mover sus cargamentos, sino apareció la oportunidad para comprar, almacenar, transportar y vender cocaína, aprovechando sus alianzas con los narcotraficantes. Los nombres de oficiales de inteligencia, mandos militares regionales, capos criminales y políticos empezaron a ser públicos en las redes de poder que gobernaban el país. Recién en marzo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, y a varios otros altos funcionarios venezolanos, con cargos de narcoterrorismo. Pero ya el Cartel de los Soles (por las insignias que el alto mando de la Guardia Nacional luce en sus hombros) había dado un salto cualitativo. Desde la muerte de Hugo Chávez en 2013 y luego que Maduro asumiera el cargo, el gobierno se había convertido en un sistema de clientelismo criminal con operaciones dispersas en muchas actividades ilícitas. Es la época también de las exportaciones de dinero e inversiones en otros países, especialmente Bolivia, República Dominicana y otros.

    El control del poder político y del estado de manera integral, especialmente de las infraestructuras críticas como puertos y aeropuertos, permitieron que ese clientelismo criminal fuera la base de su poder, en el que lo principal era manejar la marca “bolivariana” y el vasallaje del conjunto de la corrupción. Por eso no hay oposición política en Venezuela excepto la clandestina; un sistema de partido único y la capacidad de transformar al país en una plataforma de ilegalidad que se despliega a lo largo y ancho de Sudamérica, e incluso con enclaves euroasiáticos y africanos.

    La regionalización del crimen, especialmente del narcotráfico tiene antecedentes en México, Colombia y en Perú, pero es en Venezuela donde su organización ha capturado la esencia del poder central de un Estado. Ese es el riesgo mayor que deberá enfrentar la región cuando el gobierno de Maduro ya no esté, y el Cartel de los Soles haya desaparecido. Porque la fragmentación de sus negocios y las esquirlas del modelo, incluidas las guerrillas devenidas en bandas, requerirán de instrumentos y mecanismos algo más sofisticados y permanentes que el poder nuclear de la armada norteamericana.

    * Trampa 22. situación paradójica o un dilema sin salida, donde las reglas o limitaciones son contradictorias y hacen imposible escapar o resolver el problema. De la novela Catch-22

    Con apoyo de la Unidad de Investigación de Desenfoque. La Fundación In Sight Crime es una fuente invaluable para este tipo de trabajo.

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