Desde Madrid
Es imperativo detener la mano genocida, parar la máquina de matar, de aniquilar a un pueblo completo y desarmarla para siempre. Hay que disuadir a Benjamin Netanyahu de que la Historia lo va a condenar y que él se va a ir a reunir con los criminales nazis que torturaron y aniquilaron al pueblo hebreo. Su propio pueblo.
La Real Academia de la Lengua Española nos define el genocidio con simples palabras: “El Genocidio es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”.
En 1948 se conformó la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, como un instrumento de derecho internacional que codificó por primera vez el delito de genocidio. La Convención fue suscrita y está integrada por 149 estados. En su preámbulo reconoce que “en todos los períodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la Humanidad. Es necesaria la cooperación internacional para liberar a la Humanidad de un flagelo tan odioso”.
Hoy el mundo está reaccionando con la protesta. Los pueblos alzan su voz como un susurro que se va convirtiendo en trueno que hiere los tímpanos de quienes deciden. Les sacuden y despiertan ante la enorme tragedia que estamos viviendo con el pueblo palestino, a plena luz del día.
Netanyahu le ha dicho al mundo, a través de la prensa, que “Nuestra intención no es ocupar Gaza, sino liberarla del terrorismo de Hamas”. Esas palabras son similares a las dichas 22 años atrás por el presidente de los Estados Unidos, George Bush, a sus soldados para justificar la invasión de Irak: “No lucharán para conquistar a nadie, sino para liberar gente”. Y si retrocedemos más en la historia, Adolf Hitler, en su libro Mein Kampf establecía: “La subordinación de los intereses de los territorios separados, es con el único objetivo de la libertad del territorio principal”. Justamente fue Hitler quien dijo en Viena, al iniciar la anexión de Austria a Alemania en 1938: “No hemos llegado como tiranos, sino como liberadores”.
Netanyahu se inspira en esos antecedentes históricos para perpetrar su genocidio. Y hay más pruebas de aquella aberración. Ha dicho textualmente sobre la expulsión de Gaza de los palestinos: “Permitiremos que la población civil abandone de manera segura las áreas de combate y se dirija a zonas seguras designadas donde recibirán abundante comida, agua y atención médica”. Ratko Mladic, General serbio de Estado Mayor, calificado como “el carnicero de Srebrenica”, llenó autobuses de varones bosnios para llevarlos a lugares seguros, pero los masacró por miles. El propio Hitler presentó el balneario de Theresien Stadt como el lugar para atender a judíos ancianos. En realidad, fue un lugar de tránsito hacia los campos de exterminio. Incluso más: el régimen del apartheid sudafricano utilizó el término “asentamiento” para el realojo de forzoso de población negra exterminada sin contemplaciones.
La periodista española Laura García del Valle escribe en la importante cadena SER de radios de su país: “Lo que está fracasando hoy es el sistema mundial de orden que se armó tras la Guerra Fría. Estados Unidos no quiso hacer orden mundial y armó un orden donde prevalecieron sus intereses. Y eso es lo que no funciona”. Y agrega: “La extrema derecha de Israel impone su agenda a Estados Unidos, y Estados Unidos e Israel imponen su agenda al mundo”.
Luis Moreno Ocampo, Primer Fiscal Jefe de la Corte Penal Internacional, señala que “hay pruebas razonables para investigar el genocidio en Gaza”. Y se pregunta: “Cuántos procesamientos por crímenes de guerra, de lesa humanidad o genocidio hacen falta para detener la masacre de Gaza?”. Y se responde: “Basta con uno”.