Mientras el asedio impuesto por el gobierno israelí mata de hambre a la población de Gaza, el personal humanitario se está sumando ahora a las colas de alimentos, con lo que corre el riesgo de ser alcanzado por disparos sólo para alimentar a sus familias. Los suministros ya se han agotado totalmente, por lo que las organizaciones humanitarias están siendo testigos de cómo sus compañeros y aliados se consumen ante sus ojos, señalan en una declaraciòn 109 organismos humanitarios del mundo.
Exactamente dos meses después de que la Fundación Humanitaria de Gaza —programa controlado por el gobierno israelí— comenzara a operar, 109 organizaciones están dando la voz de alarma, instando a los gobiernos a actuar: abriendo todos los pasos terrestres; restaurando completamente el flujo de alimentos, agua potable, suministros médicos, artículos de cobijo, y combustible mediante un mecanismo basado en principios liderado por la ONU; poniendo fin al asedio, y acordando un alto el fuego ya.
«Cada mañana la misma pregunta recorre Gaza: ¿Comeré hoy?», ha dicho el representante de una agencia.
En los lugares de distribución de alimentos en Gaza se cometen masacres prácticamente a diario. Hasta el 13 de julio, la ONU había confirmado la muerte violenta de 875 personas palestinas mientras trataban de conseguir alimentos, 201 en las rutas de ayuda humanitaria y el resto en puntos de distribución. Miles más han resultado heridas. Mientras tanto, las fuerzas israelíes han desplazado forzosamente a casi dos millones de personas palestinas exhaustas; la orden de desplazamiento masivo más reciente se dio el 20 de julio, y confinó a la población palestina en menos del 12% del territorio de Gaza. El Programa Mundial de Alimentos advierte de que las condiciones actuales hacen que las operaciones sean insostenibles. Utilizar el hambre de la población civil como método de guerra es un crimen de guerra.
Justo en el límite exterior de Gaza, en almacenes —e incluso dentro de la propia Gaza— toneladas de alimentos, agua potable, suministros médicos, artículos de cobijo y combustible están inmovilizados, ya que las organizaciones humanitarias tienen bloqueado el acceso a ellas y se les impide distribuirlas. Las restricciones, las demoras y la fragmentación impuestas por el gobierno de Israel mediante el asedio total han generado caos, hambruna y muerte. Un miembro del personal de ayuda humanitaria que proporciona apoyo psicosocial habló del devastador impacto en la infancia: «Los niños y las niñas les dicen a sus padres que quieren ir al cielo, porque allí al menos hay comida.»
El personal médico informa de tasas sin precedentes de desnutrición aguda, especialmente entre los niños y las niñas y las personas de edad avanzada. Enfermedades como la diarrea acuosa aguda se están extendiendo, los mercados están vacíos, la basura se acumula, y hay personas adultas que se desploman en las calles a causa del hambre y la deshidratación. La media de la distribución en Gaza es de tan sólo 28 camiones al día, que dista mucho de ser suficiente para las más de dos millones de personas, muchas de las cuales llevan semanas sin recibir ayuda.
El sistema humanitario liderado por la ONU no ha fallado, se le ha impedido funcionar.
Las agencias humanitarias disponen de capacidad y suministros para responder a la escala requerida. Sin embargo, al negarnos el acceso se nos impide llegar a las personas necesitadas, incluso a nuestros propios equipos, que están exhaustos y sufriendo hambre. El 10 de julio, la UE e Israel anunciaron medidas para incrementar la ayuda humanitaria. Pero las promesas de «avances» no convencen a nadie cuando no hay cambios reales sobre el terreno. Cada día que pasa sin un flujo constante implica la muerte de personas por enfermedades prevenibles. Los niños y las niñas pasan hambre mientras esperan promesas que nunca se cumplen.
La población palestina está atrapada en un ciclo de esperanza y desengaño, esperando ayuda humanitaria y cesaciones del fuego, pero acaban despertándose en una situación cada vez peor. No es sólo un tormento físico, sino también psicológico. La supervivencia se atisba como un espejismo. El sistema humanitario no puede basarse en promesas falsas. El personal de ayuda humanitaria no puede trabajar con plazos cambiantes ni estar a la espera de compromisos políticos que no permiten proporcionar acceso a la ayuda.
Los gobiernos deben dejar de esperar a tener permiso para actuar. No podemos seguir esperando que los mecanismos actuales funcionen. Es momento de emprender acciones decisivas: exigir un alto el fuego inmediato y permanente; levantar todas las restricciones burocráticas y administrativas; abrir todos los pasos terrestres; garantizar el acceso de todo el mundo a toda Gaza; rechazar los modelos de distribución controlada por el ejército; restaurar la respuesta humanitaria basada en principios liderada por la ONU, y seguir financiando a organizaciones humanitarias imparciales basadas en principios. Los Estados deben adoptar medidas concretas para poner fin al asedio a Gaza, por ejemplo deteniendo la transferencia de armas y munición.
Las medidas fragmentarias y los gestos simbólicos, como los lanzamientos aéreos o los acuerdos de asistencia humanitaria deficientes, sirven de cortina de humo para la inacción. No pueden sustituir a las obligaciones legales y morales de los Estados de proteger a la población civil palestina y garantizar un acceso significativo a la escala requerida. Los Estados pueden y deben salvar vidas antes de que no quede nadie a quien salvar.