El presidente del Senado, Manuel José Ossandón, se salió de madre (y de protocolo) al finalizar un punto de prensa, donde los colegas le preguntaron por la idea de citar al Cosena, como piden diputados de la derecha.
«Me van a matar, pero se van a la chucha», comenzó señalando al finalizar las preguntas y mientras se seguía grabando.
Es que la política hace rato que perdió la compostura y los senadores de derecha, especialmente, tienen comportamientos, cuando no violentos, amenazantes, esta vez jocosos.
Quien no se acuerda del senador Julio Lagos, ariqueño, quien se ubicó detrás de Pinochet el 11 de marzo de 1998, cuando ingresó a la Cámara Alta como senador Vitalicio. Su mirada desafiante lo delataba. O cuando el entonces diputado Iván Moreira agredió por la espalda al exdiputado Jorge Schaulsohn.
Esto no es de ahora. En la década del 50 se retaron a duelo los parlamentarios Raúl Rettig y Salvador Allende. Se cuenta que una de las armas se trabó en la hora del disparo.
Pero la expresión «se van a la chucha» es más actual, como el «qué te creí, ordinaria de mierda», como le dijo Evelyn Matthei a la diputada Marta Issasi.
«Se van a la chucha» es la antigua «mandar a freir monos» o «enviar a la cresta» a cualquier parroquiano que «está hinchando las pelotas».
El «estar puro webiando» es «estar hablando webadas», es estar haciendo perder tiempo, como el estudio de la enésima acusación constitucional que se anuncia contra el ministro de Justica por la salida del sicario.
Es como oponerse al levantamiento del secreto bancario, porque ahora se va a saber qué compras en el supermercado. Otra vez la derecha está «puro webiando».