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    Las decisiones deben ser meditadas

     Desde Madrid

    Desde el primer día, en la Escuela de Periodismo universitaria nos enseñaron que para que la información pura y dura sea objetiva debe contener las respuestas a cinco preguntas fundamentales: que, quién, cómo, cuándo y dónde. Y si se quiere agregar conceptos propios del periodista que la escribe, debe sumarse las respuestas a otras dos preguntas: por qué y para qué. Al pasar los años y las diversas circunstancias de mi propia vida, he aprendido que esas preguntas y ese sistema de analizar las cosas, vale para todas las decisiones vitales que adoptemos.

    Para ir a la actualidad más furibunda que nos toca vivir, el Gobierno chileno está adoptando decisiones muy importantes y significativas en el panorama internacional. Decisiones de trascendencia sobre el drama que significan las acciones militares desproporcionadas e inhumanas de Israel en contra de los palestinos. Esas acciones, consideradas por la ONU como “atropellos flagrantes de los derechos humanos” y también de “genocidio”, llevan a la gran mayoría de las naciones del planeta a buscar gestos, acciones y decisiones que detengan la mano del agresor. Casi todos manifiestan horror, censura y rechazo de aquella matanza dramática de miles de ciudadanos civiles, incluyendo niños, mujeres y ancianos. Y también declaran espanto ante la perspectiva de que se busca la eliminación física de los palestinos que viven en la Franja de Gaza.

    Entonces nos planteamos las preguntas clásicas ya señaladas y sus respuestas: ¿qué es lo que ocurre? Un genocidio; ¿quién lo provoca? Los israelíes; ¿Cómo lo hace? Mediante la fuerza bélica muy superior; ¿Cuándo lo hace? Cuando un grupo terrorista palestino provoca indiscriminadamente la muerte de más de mil jóvenes que asistían a un concierto de rock en las cercanías de la frontera israelo-palestina. ¿Dónde lo hace?  En el territorio total palestino, en la llamada “Franja de Gaza”.

    Agreguemos las otras dos preguntas: ¿Por qué?  Porque ante la agresión terrorista, está legislado, regulado internacionalmente, que un Estado tiene derecho a defenderse. Y ¿para qué?  Para castigar a los agresores y definir bien sus propias fronteras.

    Hasta ahí, los datos concretos, fríos y muy definidos. Pero es importante definir las consecuencias que provocan los propios hechos. En primer lugar, señalar que la acción de Hamas de saltarse la frontera y agredir hasta la muerte a más de mil jóvenes, debió considerar la reacción de Israel, uno de los países más potentes en cuanto a armamento bélico, ante un hecho tan grave y sorpresivo. Y, por su parte, Israel debió estudiar muy bien los hechos, el cómo actuar para defenderse y medir las consecuencias del castigo a los causantes del brutal atentado. Medir las consecuencias de un gesto defensivo, sin sobrepasar las líneas éticas, morales y humanas. Y lo que es peor, sin controlar sus propios anhelos imperialistas de alcanzar mayor cantidad de territorios, eliminando físicamente a sus enemigos. Eso no cabe en el sentimiento humanitario de las sociedades.

    Por lo mismo, la gran mayoría de la Humanidad también reacciona. Y lo hace con meditada decisión. Lo que ocurre es que Israel está dejando poco margen al diálogo, a los acuerdos de paz, a la búsqueda de consensos urgentes que terminen con la locura genocida. Y el crecimiento del genocidio horroriza a las sociedades sanas e inteligentes. Por lo mismo, el resto del mundo reacciona y exige medidas potentes, urgentes, que pongan fin a tanta barbaridad.  Y comienza a adoptar tales decisiones con la voluntad de no caer en la violencia que significa más violencia.

    En el primer escalón de la reacción masiva, se instala la desaprobación del atentado terrorista de Hamas. Luego, se denuncia la desproporcionada respuesta del agredido israelí. Ahora sigue el escalón con la condena del genocidio y se busca una respuesta inteligente que trata de convencer para detener tanta brutalidad. Seguimos con castigos económicos y militares, advirtiendo con gestos diplomáticos que se vaya aislando al agresor.

    Chile ha comenzado por retirar a los representantes de sus fuerzas armadas en la Embajada chilena en Israel. Varios países también han anunciado acciones similares, incluyendo embargos al comercio de las armas y sanciones económicas de grueso calado.

    Es una escalera inteligente de acciones dentro de una paz que es cada día más necesaria, obligatoria y humana.

    Medidas de otra naturaleza, más agresivas y potentes, provocarán unas consecuencias desastrosas en este mundo tan convulso.

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