Israel creada el año 1948, tras la compra de territorios que estaban en poder del Reino Unido y el acuerdo de las recién formadas Naciones Unidas, se ha desarrollado con el apoyo de Estados Unidos, donde las mayores fortunas del siglo pasado reinaban en la nación norteamericana.
Se instaló un nuevo Estado y, para defenderlo y expandirlo siempre ha contado con el apoyo irrestricto de la Casa Blanca. La reciente respuesta del 7 de octubre de 2023 a los ataques de Hamas han dejado 50 mil muertos en Gaza, principalmente mujeres y niños, y un territorio devastado. Todas las armas han sido aportadas por Estados Unidos.
Sin temor a equivocarnos, Israel ha actuado como el brazo armado de una elite anglófona que tiene controlado el Consejo de Seguridad de la ONU, donde ninguna de las resoluciones propuestas para detener los ataques sobre Gaza prosperó.
Hoy, Benajmín Netanyahu viaja a Washington D.C. y lo hace bajo la protección norteamericana, pese a que tiene una orden de captura internacional emanada de la Corte Penal Internacional. Es decir, está prófugo de la justicia. Su interlocutor, Donald Trump está convicto por el caso de Stormi Daniels, lo que no le impidió asumir como presidente y, además, la justicia norteamericana lo eximió de cualquier responsabilidad penal en el ejercicio de su mandato. Trump morirá sin pisar la carcel, haga lo que haga.
Ayer, Netanyahu fue el primer gobernante en ser recibido en la Casa Blanca a 15 días de asumir su segundo mandato Donald Trump, quien solícito le acomodó la silla a su huésped, en un acto que ha sido visto como de sumisión. Es probable que solo se trate de un gesto de caballerosidad, pero también de la constatación de una realidad: ¿quién manda en el mundo?
Trump está lejos de tener cualquier proximidad con las fortunas del planeta, principalmente las que financian a Israel desde Estados Unidos. Su comportamiento como matón de barrio con amenazas contra sus vecinos Canadá, México y algo más allá, Panamá, son propios de un mandado, lo que llamamos en Chile la parcelita de poder, el mocito. Por ejemplo, ya no nos acordamos cuando dijo que terminaría en 24 horas con la guerra de Ucrania. Sus bravatas llegan hasta deportar unos cuantos extranjeros indocumentados y sería.
Lo que ayer anunció con Gaza es otro de sus delirios.»Estados Unidos tomará el control de la Franja de Gaza y haremos un gran trabajo allí. Será nuestra responsabilidad desmantelar todas las bombas sin explotar, nivelar el terreno, deshacernos de los edificios destruidos y allanar el área para impulsar un desarrollo económico que genere una cantidad ilimitada de empleos y viviendas para la población», afirmó Trump. Y ante una consulta periodística señaló que se trata de una «posesión de propiedad a largo plazo».
En Gaza viven casi 2 millones de personas, las que Trump propone desplazar hacia Egipto y Jordania, otra de las locuras de un gobernante mordaz, que todo lo traduce en números, en ganancia. En Gaza, según él, impulsará el desarrollo económico, mientras que en Ucrania quiere que le paguen con tierras raras el aporte de Estados Unidos a la guerra con Rusia. ¿En qué quedamos, que no se acabaría en 24 horas?