Miguel Ángel San Martín, desde Madrid
El dictador español Francisco Franco falleció en el Hospital de La Paz, en Madrid, el 20 de noviembre de 1975. Este año se cumple el medio siglo de aquello. Por tal motivo, el Gobierno hispano, dirigido por el socialista Pedro Sánchez, ha sorprendido a medio mundo al anunciar una serie de actos recordatorios de aquella fecha.
Después de cuarenta años de una dictadura feroz encabezada por Franco y surgida tras una cruenta Guerra Civil que duró tres años, provocada por el propio Franco, y que causó la muerte de cientos de miles de personas y el exilio de millones de españoles, ahora se recuerda su muerte como una forma de explicarle a los jóvenes de hoy lo que fue y lo que significó la dictadura franquista.
Las convulsas aguas de la política actual son agitadas cada día por una oposición descendiente del franquismo, que quiere disimular tal origen y de paso, seguir desgastando a un gobierno de coalición progresista mediante el engaño, la falsedad y contando con una complicidad con el mundo de la jurisprudencia que desorienta al conjunto de la sociedad.
El error grave del gobierno hispano fue el de lanzar un programa de recuerdo de la muerte de Franco, que contempla eventos cada mes de todo el año, pero sin explicar bien que no se trata de “celebrar” una muerte, sino de esclarecer que la desaparición física del dictador significó la apertura a la libertad, a la democracia y al progreso.
Esa falta de explicación de un proyecto docente, es aprovechada por la derecha y la ultraderecha para atacar al presidente Sánchez y repetir cuestiones que están en los tribunales por la connivencia de algunos magistrados que actúan más como políticos que como jueces.
Traigo a colación este hecho porque es demostrativo de una de las razones del por qué la juventud está desviando su tradicional mirada hacia la izquierda y se deja seducir por las extravagancias de la ultraderecha. No ocurre sólo en España, sino que en muchos lugares del mundo.
La izquierda se está quedando adormilada en un ideologismo gastado, pasado de moda. Y los partidos que sustentan tales ideas mantienen un ritmo alejado de las necesidades actuales de los pueblos. Estoy pensando en mi país original, Chile, donde los partidos se han ido jibarizando, reduciendo, dejando que pequeños grupos con intereses menores se pongan al frente de tales organizaciones. No hay ventanas que se abran al debate interno, al análisis profundo de la actualidad, a la formación política de los jóvenes que llegan con talentos ocultos y que buscan encauzar sus ideas de cambios dentro de los márgenes del ideario de esas organizaciones. Entonces se decepcionan.
Además, el espíritu sano y potente del servicio público solidario está siendo emborronado por personajes que van a servirse de la infraestructura política para enriquecerse, para ganar privilegios a costa del sistema democrático.
La autocrítica debe ser fuerte, sincera y rigurosa. Hay que explicar la Historia y el papel que le cabe hoy a la política verdadera y necesaria. Hay que cerrarle el paso a aquellos que vienen diciendo cosas que conducen a la derrota de la democracia. Hay que frenar a los que mienten permanentemente y utilizan todos los medios comunicacionales que poseen. Hay que explicar a los jóvenes cómo nos están presentando realidades ficticias, basadas en mentiras, tergiversando nuestras reales necesidades para continuar aprovechándose de sus indignos privilegios.
Los jóvenes son el hoy y constituyen la base del nuevo futuro. Por lo tanto, deben recibir nuestro estímulo mayor para que su talento creativo y su pensamiento crítico reconduzcan la nueva marcha hacia el progreso de las naciones en un mundo moderno y solidario