Eso es lo que estaría detrás de la ofensiva que desató el presidente electo de Estados Unidos sobre anexarse Canadá, comprar Groenlandia y recuperar el Canal de Panamá.
La idea no es de Donald Trump, es tan antigua como la humanidad. La última potencia en anexarse territorios ajenos fue Rusia, con Crimea arrebatada a Ucrania, y hoy combate por la frontera este de ese país limítrofe. Israel le sigue con la anexión de territorios palestinos, jordanos y en diciembre parte de Siria.
Así ha sido cuando el más grande se come al más pequeño, lo que Trump anunció esta semana con Panamá, reclamando la devolución del Canal bioceánico que une el Atlántico con el Pacífico.
Trump protesta por las tarifas que deben pagar los buques estadounidenses (la misma que pagan todos los usuarios de la vía), afirmado en una supuesta ingratitud que los panameños tendrían con quienes financiaron, construyeron y administraron el Canal por 86 años.
La respuesta del presidente de Panamá, José Mulino, fue categórica: Panamá es y seguirá siendo soberano en todo su territorio y no ha lugar a las tarifas preferenciales que pretende Trump.
«Veremos», desafió el republicano a la respuesta de Mulino, dejando un grado de incertidumbre y abriendo especulaciones sobre el fondo del ruido que desató el electo.
El Canal es estratégico para todo el mundo, principalmente para el comercio chino, que es lo que Trump quiere bloquear. En ese escenario, una invasión para controlar la Zona del Canal desataría una guerra de guerrillas entre Panamá y Estados Unidos, sería el peor de todos, afectando el comercio global.
Hay otra hipótesis que sostiene que esta bravata de Trump está relacionada con el paso de ilegales hacia Estados Unidos por la selva del Darién, que une Panamá y Colombia. Mulino ordenó bloquear el paso.
Los norteamericanos tienen experiencia en invadir territorios ajenos y ya lo hicieron en el mismo Panamá el año 89, cuando fueron a secuestrar al general Manuel Noriega, ex dictador panameño que era protegido por narcotraficantes. Hubo más de 500 muertos.
Historia
El tratado Torrijos–Carter acordaba un calendario para la transición de todos los aspectos referentes al canal de Panamá antes del año 2000. Sin embargo, condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida (Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente y Funcionamiento del Canal de Panamá). En virtud de este tratado, Estados Unidos retuvo el derecho permanente de defender el canal de cualquier amenaza que pudiera interferir con su continuo servicio neutral a los buques de todas las naciones.
Entonces, la idea de Trump es identificar una amenaza que afecte el servicio de la vía para poder dar legitimidad a retomar el control, cuestión que hoy es remota, pero para Estados Unidos, como para Putin, nada parece ser imposible.


