Aprob: La OCDE, Chile y las transformaciones en la tasa de fecundidad en el mundo

Rafael Urriola Urbina[1]

Esta semana, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó el Panorama de la Sociedad 2024[2] que muestra los indicadores comparados de los principales países desarrollados del mundo. Puesto que Chile pertenece a la OCDE nuestros indicadores aparecen en las estadísticas del documento.

Siempre es útil hacer comparaciones porque permite fijar metas, dar explicaciones de las diferencias y generar políticas rectificatorias o complementarias que permitan, finalmente, mejorar el bienestar de la población.

Esta entrega de 2024 de la OCDE resalta el descenso de la fecundidad en los países OCDE. La reposición poblacional requiere una tasa de fecundidad (número de hijos por mujeres en edad fértil) de 2,1. El promedio OCDE es muy inferior (1,5) y en Chile se sitúa en el promedio OCDE.  No habrá cambios en esta tendencia porque ningún país de la OCDE lo ha logrado.  Es evidente que tener hijos no es la principal preocupación de nuestra juventud. No solo por un supuesto “egoísmo” sino porque hay mayor conciencia de las enormes dificultades que acarrea tener responsablemente hijos. No solo se trata de cuidarlos o quererlos, sino también cabe preocuparse si ello puede significar reducir las posibilidades de ingresos de la pareja y empeorar la situación social de toda la familia.

Asimismo, no hay suficiente capacidad del sistema de guarderías (en esta semana en Chile murió una niña en una guardería informal). Es fácil colocar regulaciones, pero ¿podrán pagar las jóvenes parejas el arancel de estas guarderías “reguladas”?  Y el Estado, mal puede aumentar la cobertura de guarderías, si la oposición se opone sistemáticamente a que aumenten los impuestos.

De otra parte, el informe de la OCDE señala que la inserción laboral de las mujeres y el aumento del precio de los arriendos son las principales razones para no aumentar la fecundidad, aunque en las familias de altos ingresos estos factores no influyen, indica el Informe OCDE.  En efecto, en Chile las familias muy adineradas parecieran tener muchos hijos. Para los grupos de clase media, en cambio, podría haber otros factores relacionados con la incertidumbre del futuro y, en mayor medida, con la inseguridad relacionada con el cuidado de niños y jóvenes durante muchos años.

La edad media a que las mujeres tienen su primer hijo ha bajado en 4 años en los últimos 40 años en la OCDE, siendo el promedio actual de 31 años al igual que en Chile.  Cabe destacar que, gracias a las tecnologías y las políticas públicas -indica la OCDE-, ha crecido significativamente la proporción de hijos deseados en la natalidad de la OCDE.

El problema esencial de la reducción de la tasa de fecundidad a mediano plazo es que podría tener implicancias en el sistema de seguridad social ya que habrá menos gente activa que debe sostener financieramente a mas gente en época de jubilación (en una perspectiva de reparto solidario). En una perspectiva individualista, el principal efecto es que la mayor parte de la gente que cotiza en las AFP no logrará siquiera el mínimo de subsistencia y el Estado deberá disponer de cada vez más recursos para cumplir con la Pensión Mínima General Universal (PGU) obligatoria para todos.

El cambio demográfico, en consecuencia, exige pensar el futuro. Por ejemplo, con otras formas de inserción laboral con tiempos parciales; otras maneras geográficas de funcionar en los mercados laborales; maneras de integrar personas mayores a las actividades laborales, entre otras políticas que no están aún en la agenda gubernamental.

[1] Area de Salud de la Asociación para la Promoción del Bienestar (APROB).
[2] OCDE (2024), Panorama de la société 2024 : Les indicateurs sociaux de l’OCDE, Éditions OCDE, Paris, https://doi.org/10.1787/6af21682-fr.