El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue reelecto para un tercer mandato con 5.150.092 votos, un 51,20%.
El líder opositor, Edmundo González, por su parte, habría logrado 4.445.978 votos, un 44,2%.
La diferencia a favor de Maduro fue de 704.114 votos.
Según el CNE votaron el 59% de los 21 millones convocados, es decir unos 12.400.000.
El 80% de las papeletas informadas la madrugada del lunes corresponderían a 9.596.070 más un 4,6% entre los otros 8 candidatos, a saber 462.704 votos: Total de votos válidos emitidos 10.058.774. Es decir, al CNE le faltó computar 2.341.226, más de tres tercios de la diferencia entre Maduro y González.
Aún así, el Consejo Nacional Electoral proclamó ganador a Maduro, sin tomarse la molestia de contar los más de 2,3 millones de votos todavía no escrutados, diciendo ellos mismos, el jefe del Consejo Elvis Amoroso, que la diferencia era inalcanzable.
Se trató de una jugarreta, porque en las democracias los resultados se van avanzando en la medida que cierran mesas y, en ciertos casos, una vez que se tiene un número o porcentaje del 10%. Acá no, como si fuese una dictadura, el CNE entregó un único cómputo y proclamó a la rápida al «ganador», no sin antes decir que las 6 horas de retraso del anuncio se debió a un hackeo. Mala la disculpa, porque está el respaldo de las papeletas y contarlas, aunque tardaría, el resultado gozaría de legitimidad.