En una sociedad con igualdad de oportunidades, las brechas de ingresos entre individuos se atribuyen a diferencias en talento, esfuerzo y habilidades, no por la suerte del lugar de nacimiento o al estatus socioeconómico de los padres. Una medida que da cuenta del grado de igualdad de oportunidades en una sociedad es la movilidad intergeneracional de ingresos, que se refiere a la capacidad de las personas para mejorar su posición socioeconómica en comparación con la de sus padres o generaciones anteriores.
“Las métricas de movilidad intergeneracional de ingresos basadas en metodologías cuantitativas de última generación aún son escasas para países en desarrollo como Chile. Esta ausencia impide una evaluación precisa de la legitimidad de los niveles de desigualdad observados”, sostiene el artículo “Intergenerational earnings mobility in Chile: the tale of the upper tail”, desarrollado por los académicos del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la FEN U. de Chile, Juan Díaz y Pablo Gutiérrez; el académico de la Universidad de Houston, Pablo Troncoso; el jefe del sector de Educación de la Dirección de Presupuestos, Gabriel Villarroel; y el economista de University of British Columbia, Javier Cortés.
Este es el primer estudio que proporciona estimaciones de la movilidad intergeneracional de ingresos en Chile, que toma como base los datos administrativos innominados del sector privado, recopilados entre 2002 y 2018. Para el análisis, se vincularon los ingresos laborales de los padres con los ingresos laborales de sus hijos percibidos durante su adultez.
“Analizar la movilidad intergeneracional resulta crucial para comprender la legitimidad de las diferencias de ingresos en la sociedad chilena. De esta manera, podemos evaluar las políticas que podrían mejorar este aspecto y promover la igualdad de oportunidades. Esta investigación permite entender cómo se transmiten los ingresos entre generaciones en Chile, un país caracterizado por altos niveles de desigualdad de ingresos”, indica el académico Pablo Gutiérrez.
Movilidad intergeneracional de ingresos
La investigación revela una alta movilidad en el 80% más pobre de la distribución de ingresos de los padres. Esto significa que los hijos e hijas de padres cuyos ingresos están en los ocho deciles más pobres tienen altas probabilidades de recibir ingresos que les permitan moverse en la distribución de ingresos. En este caso, mientras algunos podrán obtener ingresos mayores que los de sus padres, otros recibirán ingresos más bajos, lo que los llevaría a estar en una situación peor que la de sus padres.
Esta alta movilidad indica que hay una mayor probabilidad de que los hijos no sigan exactamente los pasos de sus padres en términos de ingresos. Los factores que explicarían esta situación se asocian a la educación, las oportunidades laborales, las redes de contacto, y otros aspectos socioeconómicos.
Adicionalmente, el estudio da cuenta de una importante persistencia intergeneracional en el extremo superior de la distribución de ingresos (en el 20% de mayores ingresos). Esto quiere decir que, si un padre o madre pertenece a este segmento, es altamente probable que su hijo o hija también tenga altos ingresos, lo que sugiere que la movilidad económica no es igual para todos.
“En promedio el 26% de los hijos cuyos padres están en el 10% de más altos ingresos, también pertenecen al 10% de mayores ingresos. Por otro lado, solo el 5,4% de los hijos cuyos padres son de clase media pueden lograr escalar en la distribución de ingresos y pertenecer al 10% de altos ingresos. Es decir, es cinco veces menos probable, para hijos de familias de clase media tener ingresos dentro del 10% más alto”, indica Gutiérrez.
Brecha de género
El estudio además da cuenta que existen heterogeneidades (diferencias) de género respecto a la movilidad intergeneracional. Esto significa que la movilidad varía entre hijos e hijas cuando se analizan diferentes niveles de ingresos de ambos padres.
En la investigación, los autores encontraron que los hijos (hombres) ocupan una posición más alta que las hijas (mujeres) en la distribución de ingresos, independiente del nivel de ingreso de sus padres, es decir los hombres tienen mayores oportunidades de avanzar económicamente que las mujeres. Esta brecha permanece constante para los primeros nueve deciles de la distribución de ingresos (el 90% más pobre). Sin embargo, la brecha disminuye en el 10% más rico, pero no se cierra.
El estudio indica que los factores que podrían influir en la brecha de género, en cuanto a la movilidad intergeneracional, incluyen la participación laboral de las mujeres y el nivel educativo alcanzado por los hijos e hijas, entre otros. Mientras que, en sectores menos acomodados, la participación laboral femenina podría verse más afectada por la maternidad, en sectores más acomodados, es posible que exista disparidad entre el tipo de carrera que eligen hombres y mujeres, así como el acceso a posiciones de poder dentro de las empresas sean limitadas para las mujeres.
“Los resultados de esta investigación dan cuenta del nivel de persistencia intergeneracional en la posición económica la cual está altamente relacionada con elevados niveles de desigualdad y de brecha de género. Identificar de forma cuantitativamente precisa estos hechos estilizados nos ayuda definir mejores políticas públicas que apunten a reducir la desigualdad de oportunidades”, sostiene Gutiérrez.