La necesidad urgente de rediscutir la estrategia del sector silvoagropecuario chileno actual

Por Alex Barril García, médico veterinario y MSC. Sociología Rural

 

La estrategia actual del sistema chileno se basa en la llamada economía LINEAL: (producir-desechar), extraer recursos, usar recursos, y desecharlos: extractivismo de materias primas (silvoagropecuario, pesquero y minerales). Esta ha sido la base del modo liberal de producir, en las últimas décadas a lo menos. Desde el Informe de la Comisión Stightz en 2009, se exhortó a los países a medir no solo los indicadores cuantitativos de la actividad económica (como regularmente se ha hecho) sino también indicadores relacionados con el bienestar de las personas.

Buenos indicadores económicos NO siempre van a la par con mejoras en las condiciones del bienestar humano. No es casual que en las encuestas de todo tipo se estan tomando en consideración las apreciaciones subjetivas de la población acerca del bienestar que sienten ante las políticas públicas (esto es una manera de evaluar el impacto real de la actividad pública). Este año la OCDE dio a conocer la encuesta PARis que recoge opiniones sobre el bienestar subjetivo en varios países.

Hoy, las nuevas miradas insisten en reflexionar sobre formas de producir que apunten seriamente a una visión de Bienestar,  que implica necesariamente nuevas condiciones de vida materiales (mejores ingresos, mejor consumo), acceso real a atención de salud y educación adecuadas, trabajo digno y remuneraciones suficientes, participación en la vida política y en la gobernanza, mejores lazos afectivos y relaciones sociales, mejoramiento real del medio ambiente (pensando en ahora y a futuro), seguridad económica y física.

En esta perspectiva, en el sector Silvoagropecuario más que avanzar con miras al cambio, se ha retrocedido afianzando la economía LINEAL como eje. Estudios recientes (Bengoa 2019) indican que se impuso un sistema agrario empresarial dirigido a las exportaciones, dejando sin alternativas al mundo campesino dirigido por la economía familiar.

En efecto, según datos oficiales entre 2003 y 2017 las exportaciones agropecuarias pasaron de 3.228 millones de dólares a 8.674 millones; las exportaciones forestales pasaron de 2.423 millones de dólares a 5.286 millones en el mismo lapso; los vinos pasaron de 680 millones USD en el 2003 a 2.023 millones USD en el 2017.

Este modo de producción, asimismo, ha tenido impactos sobre el llamado Cambio Climático (6), atribuyéndosele efectos notorios en: las precipitaciones fuera de época y su cantidad; las sequías prolongadas; las altas temperaturas por largos periodos; etc.

Las nocivas consecuencias de la aplicación de la economía lineal como modelo no están en discusión seria en el país. Es hora de asumir la producción y el consumo sustentable en el diseño de políticas públicas. Estos deberían ser los ejes y objetivos para un desarrollo en cuyo centro deben estar el bienestar humano. La mirada y visión de la Economía Circular -que se desarrollará en una posterior columna- pareciera ser una buena vía para ello.

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