Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid
El año que recién termina ha sido el más caluroso de la Historia de la Humanidad. No lo digo yo, sino que recojo la información entregada por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), que es el programa de observación de la tierra del programa espacial europeo. Para emitir estos informes, se basan en diversos parámetros cuyas mediciones se iniciaron en 1850.
Carlo Buontempo, Director del C3S, señaló que “el record lo marcó a mediados del año pasado con una temperatura media del aire en superficie que alcanzó los 14,98 grados, superando en 0,17 grados la que se había registrado en el 2016, que ostentaba dicho record. Además, superó en 0,60 grados los niveles promedio de las tres últimas décadas y en 1,48 grados por encima de los niveles de referencia preindustriales entre 1850 y 1900”. Y agregó el científico: “Entonces, se puede señalar que el 2023 ha sido el más cálido en los últimos 100 mil años, sin temor a equivocarnos”.
Ante tamañas conclusiones, podemos atribuir a este calentamiento global diversas anomalías que hemos vivido en el mundo. Por ejemplo, la extensión de la placa de hielo de la Antártica que bajó a niveles históricos diarios y mensuales. Además, la concentración de dióxido de carbono (CO2) y de metano en la atmósfera. Ambas fueron las más altas jamás medidas. Y también, las superficies del mar tuvieron a nivel mundial temperaturas medias que mantuvieron las cifras records, viviéndose olas de calor marinas en zonas del Mediterráneo, en el Golfo de México, en el Caribe, en el Océano Índico, en el Pacífico Norte y también en el Atlántico Norte.
Todo esto, afirman los científicos, se debió al incremento de la concentración de gases de efecto invernadero, producto del uso masivo de combustibles fósiles por parte de nosotros, los humanos. Además, se le atribuye una parte menor de estas anomalías al fenómeno climático conocido como El Niño.
Lo descrito literalmente de la versión de los científicos europeos nos presenta una situación alarmante, sin duda. Con el aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero, la inestabilidad climática se torna cada vez más complicada. Y eso es preocupante, puesto que van creciendo las olas de calor y las sequías van aumentando los incendios forestales. Además, se intensifican las precipitaciones localizadas, generadas por tormentas cada vez más violentas: Todo eso provoca un efecto devastador en el medio ambiente, en la biodiversidad y en los grupos más vulnerables de nuestra sociedad.
Los investigadores europeos han señalado que “están atentos a cualquier indicio de que las interacciones entre el calentamiento global, provocado por gases de efecto invernadero, y el efecto de enfriamiento de otros tipos de contaminación industrial, puedan estar tomando un curso inesperado”.
Enero del 2024 nos está mostrando que la temperatura sigue subiendo. La Subdirectora del Copernicus, Samantha Burgess, pronunció una frase que nos preocupa: ”Debemos mantener un límite estable en la tierra. Hay vidas en riesgo y hay que tomar medidas con urgencia”. Y agregó: “Esas decisiones no nos afectarán ni a ti ni a mí, pero sí a nuestros hijos y nietos”.
Sin duda que nuestra forma de vivir, nuestras actividades como seres humanos, están incidiendo en el proceso que afecta a nuestro entorno. Ante esta situación, debemos preguntarnos ¿hasta cuándo seguiremos en reuniones y disquisiciones que no conducen más que a prolongar esta grave situación? ¿Hasta cuándo la ambición desmedida de unos pocos está destruyendo nuestro medio ambiente?
Sin alarmar a nadie, pero esta es una situación que no admite mayores dilaciones. A nuestros dirigentes, a quienes gobiernan, a quienes tienen capacidad de decisión, les decimos que ante lo que está ocurriendo debemos ser responsables y tomar medidas serias, radicales y definitivas. La realidad que se nos avecina es predecible, por lo tanto, todavía tenemos tiempo para actuar acertadamente y controlar el deterioro, si somos capaces de adoptar las medidas correctoras con decisión y eficacia. Esto va en serio, Señores.