Honor, orgullo y nobleza son los atributos que se adjudican al dragón en el horóscopo chino. El 2024 sería entonces, desde el punto de vista de la política, un escenario para el surgimiento de líderes honorables, transparentes y sinceros en sus promesas. Y que ordenen la casa desplegando convicciones y acciones convincentes.
A simple vista, ello parece un pensamiento extravagante y lejano. Pues la escena pública está más bien a trompicones, cegada por desfalcos y negocios oscuros, con un péndulo de racionalidad que electoralmente pasa por fuera de los partidos políticos y al margen de un gobierno y una política ineficientes e irracionales.
El problema es que así, el país queda suelto y en el aire, pues el promedio de la elite política incluyendo sus extremos carece de la inteligencia, voluntad y talante para interpretar al dragón. Y con ello, las principales víctimas, además de los ciudadanos, son la confianza y los bienes públicos perfectos como la igualdad ante la ley, la libertad y la seguridad, elementos esenciales del funcionamiento de una democracia.
En esa atmósfera, los próximos dos años, o 24 meses o doble ciclo eleccionario regional/municipal o presidencial/parlamentario no dejará mucho espacio para que los elementos base de una vida democrática normal se manifiesten de manera sana. Y no será fácil encontrar una idea de crecimiento y desarrollo con bases en la equidad e igualdad ante la ley y sin trampas de poder.
La tensión política del 2024 se concentrará en una demanda agregada desde las regiones hacia el poder central. Porque hasta ahora ha habido una mudez extrema y los diseños de gobierno interior que el país se ha dado en los últimos años están prácticamente sin usar. Se debe recordar que hasta mediados de la década pasada el malestar ciudadano se manifestó activamente en regiones, exigiendo para ellas mayor atención del poder central y la elección directa de los gobernadores.
Hoy, en que el horizonte político ciudadano de manera práctica está fijado en la administración municipal y, en parte, en la intermediación de los gobernadores ante el gobierno central, no se debe descartar un debate creciente de pautas regionales de desarrollo, autónomas y/o críticas del poder central en cuanto a su origen.
Las áreas regionales más interesantes que se visualizan son Antofagasta como eje minero y portuario norte; Puerto Montt y su proyección ordenadora macro sur; y en la zona central la quinta Región Valparaíso, en su doble carácter de Gran Valparaíso (Valparaíso, Viña del Mar, Quillota y Quilpué) y como Valparaíso centro sur (Valparaíso, Placilla/Curauma, Casablanca y San Antonio).
Las tres tienen problemas similares, sobre todo de seguridad y enclaves económicos. Pero el caso de la V Región se destaca sobre lo que puede venir en el país a partir del nuevo ciclo que comienza. Su ámbito geográfico prácticamente es un resumen de todo el país, con sus aciertos, errores, potencialidades y problemas. Hasta ahora todo o casi todo su esfuerzo de crecimiento, fuera de lo marítimo, se ha orientado hacia el noreste (Gran Valparaíso), mientras el resto ha quedado desmembrado. Más aún, en el caso del acceso por la Ruta 68, se ha privilegiado la penetrabilidad hasta el mar de una manera casi compulsiva, antes que una expansión armónica hacia el centro sur y suroeste de la ruta.
Peor aún, la gestión y desarrollo de la zona Placilla/Curauma, siendo un área vital para el desarrollo no solo de la ciudad de Valparaíso sino de toda la región, incluido el acceso de corredores bioceánicos, tiene hitos increíbles de omisión gubernamental. Incluidos actos de atropello y despojo judiciales amañados, que sería largo relatar en esta columna pero que son un elemento que distorsiona las posibilidades de un desarrollo normal de esa zona.
Con el relevo de tres de cinco senadores que no pueden repostular, Isabel Allende (PS), Francisco Chahuán (RN) y Ricardo Lagos Weber (PPD), y una compleja perspectiva de reelección para Kenneth Pugh (RN)y Juan José Latorre (FA), la V Región se alza como una de las más vistosas vitrinas políticas de 2024. La incógnita es mayor si se considera la opaca gestión del gobernador Rodrigo Mundaca y la tensión municipal en Viña del Mar y Valparaíso. Algo muy especial para el espíritu ordenador del Dragon, pero en este caso en la tierra de nadie.