“Mi consejo sería que una vez terminemos estos Juegos exitosamente, comencemos a colocar la siguiente meta, y entre ellas podría estar unos Juegos Olímpicos u otros eventos de este carácter”, señaló Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional en una nota publicada por La Tercera.
La historia contemporánea de la organización de los Juegos Olímpicos, este siglo, tiene hitos que incluyen recientemente a Sudamérica. Río de Janeiro el 2016 demostró que se pueden hacer eventos de esta magnitud. Comparado con los actuales Panamericanos, serían un tercio más de atletas (cerca de 10 mil), y los costos llevarían a analizar seriamente si la infraestructura que hoy los albergan estará vigente en 13 años más, para el 2036, a los que Chile podría postular.
Por ejemplo, en infraestructura habría que generar una nueva Villa Olímpica con acceso directo al Metro. El aeropuerto tendría que tener una o dos estaciones del ferrocarril metropolitano y la infraestructura hotelera tendría que ampliarse. Estos costos no entran en el presupuesto de los Juegos, que en Grecia 2004 se elevaron a 10 mil millones de dólares, lo que cuatro años después (sumado a la crisis sub prime de Estados Unidos y sus efectos), colapsó la economía griega.
Para los Juegos, la infraestructura actual está en un buen nivel, pero habría que ampliar los aforos. El Estadio Nacional no resistiría con 45 mil espectadores, pues se necesita uno con 60 mil, lo que se llevaría buena parte del presupuesto. Acá la empresa privada podría jugar un rol importante, construyendo un nuevo Monumental con Colo Colo, que albergaría la inauguración y la clausura, lo que aliviaría las arcas fiscales.
Los Juegos hay que verlos como una inversión, pero controlando los costos para que no dejen secuelas indeseables. Monteral tardó 30 años en pagar la deuda que les dejó la organización, pero en Barcelona, España comenzó a transformarse en una potencia deportiva, con todo lo bueno que ello trajo. Antes de 1992 el país ibérico era considerado de segundo nivel en Europa, pero tras los Juegos su posición mundial fue asentándose y hoy es la puerta de entrada al viejo continente con más de 50 millones de turistas por año.
Sin duda el 2036 está a la vuelta de la esquina. Hace 13 años estábamos sacudiéndonos del segundo mayor terremoto de la historia. Seguramente tendremos otro evento y debemos estar preparados, pero para ello Chile debe tener cohesión social. Necesitamos superar las tensiones que nos sacuden en el ambiente. Un país donde la mitad de los trabajadores gana $503 mil pesos mensuales no tendrá cohesión, donde los mayores tienen que seguir trabajando para poder sobrevivir, no tendrá cohesión. Donde la mejor educación y las ventajas y oportunidades están en los sectores acomodados, Chile no tendrá cohesión.
Aunque estos no son parte del cuaderno de cargos que el organizador debe cumplir, tampoco se deben esconder debajo de la alfombra. Chile será un país donde las energías renovables estarán asentadas y predominará el uso de la electricidad sin contaminación, algo que ni soñábamos hace 13 años. Se masificará el transporte colectivo eléctrico, seremos exportadores de hidrógeno verde y habremos desarrollado la industria a partir del litio.
Esto y mucho más generan los proyectos país, pero debemos reencontrarnos como sociedad para emprender juntos desafíos de interés mundial.