El 13% de los alimentos se pierde en la cadena que va de la poscosecha y la venta, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. De lo que sobrevive a esa parte del proceso, otro 17% se pierde en los hogares, servicios alimentarios y comercio al por menor, de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Y de hecho, hay mediciones más drásticas que estiman que en total se desperdicia un tercio de estos productos. Éstas pérdidas no sólo merman economías, sino que también -y de manera muy preocupante- el medio ambiente. Por eso, es importante tener claro qué acciones se pueden emprender desde la ciudadanía.
El 29 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Concienciación de la Pérdida y Desperdicios de Alimentos. Para invitar a todos a unirse a esta causa con acciones al alcance de la mano, Andrea Aninat, la influencer detrás de @telorecomiendocl, comparte tres ideas para sumarse.
“Este tipo de días son justamente para que nos cuestionemos qué cosas podemos cambiar, no sólo para aportar un día, sino que empezar a formar hábitos”, dice Andrea Aninat, CEO de @telorecomiendocl, comunidad con la que ya suma casi 160 mil seguidores.
La primera recomendación es buscar activamente comida de restaurantes y tiendas que está buena, que está fresca, pero que las tiendas prefieren desechar porque ya tienen un tiempo. “Lamentablemente, es muy común. Pero afortunadamente, también esos negocios se han abierto a las nuevas tendencias, sumándose a ideas fomentadas por aplicaciones, como, por ejemplo, Good Meal”, explica la influencer. “Lo que hace esta app es conectar a las personas con cajas sorpresa de distintas tiendas. Estos packs son más baratos, porque es la comida que aún está buena, pero que ya no pueden vender en tiendas. Así que el beneficio es doble: económico y medioambiental”, dice Aninat. De hecho, según el cálculo de la misma Good Meal, el desperdicio de alimentos es causante del 10% de las emisiones.
La segunda idea es ampliar nuestra mirada sobre frutas y verduras. “Nos hemos acostumbrado mucho a la imagen comercial de estos productos, pero la realidad, en el campo, en la naturaleza, no es tal como se nos muestra en la publicidad”, comenta Andrea. “En Maifud, por ejemplo, venden justamente aquellas que ya están un poco más viejitas, pero por supuesto, muy comibles”. Esta empresa en particular y este tipo de compañías en general apoyan, además, a productores y distribuidores locales, a quienes por un precio justo se les compran aquellos alimentos que hubieran tenido que botar, porque no cumplían con estándares de mercado, como calibre, forma, color y/o madurez. Según datos de Maifud, hasta abril de este año han rescatado 141 toneladas de alimentos que se iban a perder, han evitado que 75 millones de litros de agua se hayan usado en vano en la cadena productiva; y han logrado reducir 440 toneladas de dióxido de carbono.
En tercer lugar, hay supermercados que han desarrollado iniciativas para contribuir a esta causa. “De esta manera, algunos ofrecen frutas y verduras más baratas, y también se ofrecen otros productos que están próximos a expirar pero aún buenos para consumir. Dependiendo del supermercado, podrán encontrar diferentes tipos de alimentos, como panadería, pastelería y otros”, cuenta Andrea Aninat. “Hay que incorporar esta idea de comer productos que aún están aptos, aunque no estén perfectos”.