Impacto han generado las declaraciones del expresidente Sebastián Piñera a una radio argentina, en el marco de su participación en el encuentro del Grupo Libertad y Democracia en el país vecino. Piñera señaló que tras los hechos ocurridos el 18 de octubre de 2019, su gobierno sufrió “un Golpe de Estado no tradicional”.
Al igual que la derecha, Piñera está intentando instalar una realidad en el país que no es cierta. Lo que es verdad es que está imputado junto a su ministro y su subsecretario del Interior en una causa que lleva la fiscal Ximena Chong, por delitos cometidos tras el 18 de octubre.
Lo que ocurrió fue el levantamiento social del pueblo chileno clamando por una mayor justicia y derechos sociales, cansados de años de abusos y desigualdades, lo que el sistema político procesó, en su conjunto, en la necesidad de tener una nueva Constitución.
Piñera llama Golpe de Estado no tradicional a la protesta, sobre la cual él mismo se manifestó de acuerdo en una entrevista en televisión: «Es una buena noticia para Chile porque representa una democracia y una ciudadanía viva, vital (…) Y nos va a dar la oportunidad de mejorar el rumbo para tener un Chile más justo, más solidario, más pacífico y más próspero» (5 de noviembre), y su entonces ministra Vocera estimó en «más de un millón de personas» en la Plaza Italia (28 de octubre).
La justicia ha aclarado acciones cometidas por policías ya condenados, como el caso de Fabiola Campillai, actual senadora, y la quema de la estación de Metro San Pablo, por parte de un particular, entre otras.
Cuando a juicio del ex presidente se gestaba un Golpe, recordemos, él salía a comer pizza a un restaurante en el barrio alto. Esto como una muestra de la «normalidad» con que los poderosos se tomaron el asunto, salvo excepciones como la de Andrónico Luksic que subió el sueldo mínimo a 500 mil pesos a todos los empleados de sus empresas para contribuir a aplacar el descontento.
Mientras él le declaró la guerra a los manifestantes, la sociedad respondió con marchas y el ahora jefe del Ejército, entonces jefe de las fuerzas en Santiago, el general Izurieta le respondió: «yo no estoy en guerra con nadie».
Entonces, la memoria es frágil o el relato es acomodaticio, pero lo que ocurrió lo vivimos todos y todas. Incluso Cecilia Morel, la esposa de Piñera quien en un audio filtrado por redes sociales decía: «Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás».
Lo único que no es post verdad, habría que recordar, es que nada de ello ha sucedido: No hay nueva Constitución, y probablemente no la habrá, y los ricos son más ricos que antes del estallido y los pobres son más pobres.