La exposición de fotografía del brasileño Evandro Teixeira (1935) “Fotoperiodismo y dictadura: Brasil 1964 / Chile 1973” llega este 10 de septiembre al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (MMDH), como parte de las conmemoraciones por los 50 años del golpe de Estado. “Fotoperiodismo y dictadura: Brasil 1964 / Chile 1973” reúne imágenes inéditas del Palacio de La Moneda bombardeado y el Estadio Nacional convertido en centro de detención, así como de la muerte de Pablo Neruda. Teixeira fue el único fotógrafo que captó al recién fallecido poeta, tras acceder en exclusiva a su entorno familiar.
La exposición se presentó entre marzo y julio de este año en la sede paulista del Instituto Moreira Salles, bajo el título “Chile 1973”. Desde el 30 de agosto permanecerá en exhibición en Río de Janeiro, casi en simultáneo con Santiago. En total, la muestra recogió 160 fotografías en blanco y negro con registros realizados en Chile y en Brasil, además de libros, facsímiles y otros objetos, como cámaras y acreditaciones de prensa. En esa ocasión, la exposición, también presentó imágenes producidas durante la dictadura cívico-militar brasileña, en un diálogo entre los contextos históricos de ambos países.
Evandro Teixeira es uno de los principales nombres de la historia del fotoperiodismo sudamericano y trabajó en la prensa durante casi seis décadas. Con su lente registró la trastienda del poder, en particular, las manifestaciones contra la dictadura cívico militar,, además de temas asociados al deporte, la moda y la cultura, que se suman a numerosas coberturas internacionales.
En 1973, acompañado por el periodista Paulo Cesar de Araújo, el reportero gráfico viajó a Chile un día después del golpe militar del 11 de septiembre, ambos en calidad de corresponsales del Jornal do Brasil, el medio escrito brasileño más importante de la época, para el que laboró por 47 años. Detenido junto con decenas de otros enviados internacionales en la frontera, cerrada deliberadamente por las fuerzas militares, consiguió ingresar a Santiago el 21 de septiembre. Teixeira montó un pequeño e improvisado laboratorio en el baño de su hotel.
El propio fotógrafo ha catalogado como uno de los hitos más importantes de su carrera los registros de Neruda. Alertado por la esposa de un diplomático, visitó sin suerte la clínica donde estaba internado y posteriormente fallecería, pero regresó a la mañana siguiente en busca de la noticia.
“Estoy ahí, dando vueltas por el hospital (sic) y, de repente, se abre una puerta lateral, miro, tomo la (cámara) Leica, que siempre la dejaba lista para dos metros, lo que sea que suceda. Entro, Neruda está en la camilla, Matilde (Urrutia), su esposa, sentada con su hermano”, relató al sitio web del Instituto Moreira Salles, la institución que estrenó en Sao Paulo la muestra visual en marzo pasado.
«La exposición de Evandro Texeira nos demuestra una vez más la fuerza que puede alcanzar la fotografía como herramienta para difundir la realidad, en este caso, de situaciones tan brutales como las que sufrió el país las semanas posteriores al golpe de 1973. Esperamos que estas fotografías, que durante todo este mes y hasta el 15 de octubre darán la bienvenida a nuestros visitantes en la plaza inclinada del Museo, aporten nuevos elementos a la construcción colectiva de nuestra memoria histórica» reflexiona María Fernanda García, directora ejecutiva del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Tras recordarle que había fotografiado a su esposo en un encuentro con el escritor Jorge Amado en Brasil, Teixeira captó el cuerpo del poeta con permiso de la viuda. Posteriormente, Urrutia le invitaría al velatorio a la casa de La Chascona.
“Me subí a la camilla dentro de la clínica, tomé varias fotos, aterrado. Miré a mi alrededor, pensé en ese mundo de los fotógrafos en Santiago y me dije: ‘No, no se puede, ¿solo yo estoy aquí, solo yo?’”, recordó. Teixeira luego plasmaría con su lente la antesala y el funeral del poeta, que contó con gran participación popular y se convirtió en el primer gran acto de protesta contra el régimen de Pinochet.
Para el fotoperiodista, “mi aventura personal se identifica con la aventura vivida por el mundo. No tengo méritos para eso, soy un hombre manejando una cámara, que es un fósforo encendido en la oscuridad cuando es bien utilizada. Ilumina hechos que no siempre son muy comprensibles, ofrece destellos, revela dolores del impasse del mundo y despierta en los hombres el deseo de acabar con ese impasse”.
Diálogo entre países
Para el curador de la exposición en Brasil, Sergio Burgi, las fotografías constituyen un “documento excepcional y en gran parte inédito”. “Surge de la obstinación y la audacia de un fotoperiodista brasileño que logró penetrar como incógnito al lugar donde yacía el poeta que conoció y admiró en Brasil”, complementó.
“Cinco décadas después, sus imágenes sobre las dictaduras militares siguen reafirmando la importancia de la democracia y el respeto absoluto al estado de derecho y a la ciudadanía para nuestros países y pueblos. Son fotografías que no dejan dudas sobre el papel decisivo de la imagen y de la información en este contexto de resistencia y lucha contra el autoritarismo y la opresión”, añadió.