Por Ruth Gutiérrez
El trabajo remoto, denominado teletrabajo o trabajo a distancia, ha tenido un crecimiento significativo en los últimos años, especialmente debido a la pandemia global de COVID-19, que obligó a reglas de confinamiento por salud pública, y al cierre temporal de muchas unidades productivas. La generalización de esta forma de desempeño laboral generó una serie de impactos laborales, anclados en una antigua aspiración de derechos de las mujeres: la igualdad de género en materia de trabajo.
Este no es un debate abstracto, carente de cultura organizacional en los oficios o unidades productivas concretas. Él se da en torno a situaciones reales, impregnado de procesos, jefes y culturas organizacionales de carne y hueso y que, desde ese punto de vista, tiene como primera barrera a vencer, la aceptación de que es una demanda de igualdad de género en materia laboral que no implica problemas sino soluciones positivas para el trabajo.
Él tiene el potencial de beneficiar la igualdad de género desde el hogar al proporcionar a las mujeres oportunidades flexibles para equilibrar sus responsabilidades profesionales y personales. Las mujeres enfrentan desafíos adicionales en el mundo laboral, como la carga desproporcionada de trabajo doméstico y el cuidado de los hijos. El trabajo remoto puede permitirles gestionar mejor estas responsabilidades al brindarles la flexibilidad necesaria para trabajar desde casa y establecer horarios más adaptables. Ello puede fomentar una mayor participación y una retención mayor de mujeres en el ámbito laboral, sin lesionar sus aspiraciones de ascenso en la jerarquía corporativa.
Pero también se debe reconocer que ese trabajo puede tener implicaciones negativas para la igualdad de género. La falta de límites claros entre el trabajo y la vida personal cuando se trabaja desde casa puede llevar a una mayor carga de trabajo no remunerado para las mujeres. Y la falta de interacción cara a cara puede dificultar la visibilidad y el reconocimiento del trabajo de las mujeres, lo que de hecho obstaculiza sus oportunidades de promoción y avance profesional.
Además, el acceso equitativo al trabajo remoto no está garantizado. Aquellas que no tienen acceso a la tecnología adecuada o que se encuentran en sectores donde el trabajo remoto no es viable, total o parcialmente, pueden enfrentar desventajas significativas en comparación con sus colegas masculinos. Las desigualdades económicas y la falta de oportunidades de capacitación también pueden obstaculizar la capacidad de las mujeres para acceder al trabajo remoto y beneficiarse de sus ventajas.
En estos aspectos, desde el punto de vista general, el trabajo remoto aún no tiene plena regulación, lo que afecta sensiblemente más a las mujeres que a los hombres, particularmente en la discrecionalidad para determinar qué procesos y con cuáles características se pone a disposición el trabajo remoto, sin régimen de cuotas igualitarias obligatorias.
Los líderes de oficios y empresas deben fomentar el sentido de comunidad en un entorno remoto para mantener a los empleados motivados y comprometidos, tarea que se debe aplicar en conjunto con las organizaciones gremiales de los funcionarios y trabajadores a fin de mantener el espíritu de derechos laborales adquiridos y garantizar la equidad de género.
La gestión del tiempo y la carga de trabajo pueden ser desafiantes en un entorno remoto. Por ello, sin una supervisión constante, los empleados pueden sentirse abrumados o tener dificultades para establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. Por lo tanto, se requiere orientación y expectativas claras sobre la disponibilidad, los plazos y las prioridades de trabajo que ayuden a los empleados a mantener un equilibrio saludable en el oficio o empresa.
Un problema trascendental es la comunicación. La dependencia de herramientas tecnológicas puede generar barreras en la comunicación y la colaboración. Las dificultades técnicas, la falta de acceso a la información en tiempo real pueden afectar la fluidez de la comunicación y la toma de decisiones. Tanto las jefaturas como los gremios deben ser conscientes de esta limitación y buscar formas de fomentar la comunicación clara y abierta, y el intercambio de experiencias dentro del equipo.
El trabajo remoto presenta desafíos en las dinámicas de supervisión, comunicación y motivación que se requieren para garantizar el éxito en un entorno laboral remoto cooperativo.
Una jefatura conservadora o un gremio poco consciente generarán una falta de apertura al cambio; ausencia de diversidad e inclusión; falta de flexibilidad y adaptabilidad en los procesos; comunicación unidireccional y autoritaria; falta de reconocimiento y desarrollo profesional principalmente de las mujeres; resistencia al equilibrio entre el trabajo y la vida personal, entre muchos otros.
Para superarlos, es importante fomentar un diálogo abierto y constructivo con la jefatura conservadora, promover la educación sobre los beneficios de la diversidad e inclusión, y presentar evidencia concreta de cómo los enfoques más flexibles y abiertos pueden mejorar la productividad y el rendimiento del equipo.