¿Se pueda garantizar en Chile el derecho social a la salud?

En muchos países, las enfermedades crónicas son responsables de la mayor carga de enfermedades en la sociedad. En Chile, Según el Ministerio de Salud, las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) representan alrededor del 85% de las causas de mortalidad del país.

Ello se ha agudizado producto del atraso de los tratamientos de enfermos crónicos en todo el sistema de salud, como una consecuencia directa de la pandemia de COVID19.

Entre las enfermedades crónicas más comunes de Chile están las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria y los accidentes cerebrovasculares. A ellas se suman las enfermedades respiratorias crónicas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el asma. La Diabetes mellitus tipo 2, el Cáncer, principalmente de pulmón, próstata, mama y colon y las enfermedades renales crónicas, completan un cuadro alarmante por los atrasos de atención y déficit de calidad de los servicios.

Estas enfermedades en su gran mayoría son multifactoriales, es decir, están influenciadas por factores genéticos, ambientales y de condiciones de vida, además de factores de riesgo entre los que se encuentran el consumo de tabaco, la inactividad física, la alimentación no saludable, el consumo excesivo de alcohol y el estrés.

Chile presenta, en general, buenos indicadores de salud, pero en los últimos años tal situación va en retroceso. La crisis de prestaciones y de costos inducida por las ISAPRES ha aumentado la carga de atención en el sector público hasta un nivel que se hace ya casi insostenible.

Según el informe de 2021 del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Chile se ubica en el lugar número 44 a nivel mundial, con un índice de desarrollo humano de 0.847. En sus indicadores destaca por tener una esperanza de vida al nacer relativamente alta (80,5 años), una tasa de mortalidad infantil baja (5 por cada 1.000 nacidos vivos), una tasa de mortalidad materna también baja (25 por cada 100.000 nacidos vivos), y una tasa de incidencia de VIH relativamente baja (5,5 por cada 100.000 habitantes).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la brecha en el acceso y calidad de los servicios de salud entre zonas urbanas y rurales ha empeorado al igual que en la atención primaria entre comunas pobres y las de mayor ingreso, mientras las enfermedades crónicas y no transmisibles son responsables de la mayor proporción de enfermedad en el país.

Con per cápita de salud de 3.000 pesos en las comunas pobres del país, que son la mayoría, no vale prometer salud como un derecho social garantizado. La realidad manda por sobre los discursos políticos.

 

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