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    La campaña de Halloween

    Esta campaña presidencial que llegará a su fin, probablemente el 14 de diciembre, está llena de amenazas y la derecha y la ultraderecha la han utilizado para infundir temor en la población.

    Este sector poco y nada ha difundido propuestas que vayan en beneficio de las mayorías, que no haya sido dinamitar o cerrar la frontera, expulsar a los inmigrantes irregulares, reducir hasta en 28 mil millones el presupuesto de la Nación y no explicar cómo, sin afectar la estructura de la sociedad.

    Otra parte del tiempo y espacio que tienen en los medios de comunicación, tanto en la franja gratuita de televisión, en los matinales y en los diarios, ha sido para descalificar a sus adversarios (enemigos) como “parásitos”, “atorrantes” y “flojos”.

    Además, han amenazado con terminar con el sueldo mínimo, eliminar la indemnización por años de servicio y aumentar a 75 años la edad para jubilarse.

    Han calificado de “venganza” el Plan Nacional de Búsqueda, rechazaron la Ley de Presupuesto y la devolución del pago de la electricidad.

    Anuncian que retirarán a Chile de foros y organismos internacionales, como la ONU y Escazú, aduciendo que conspiran contra la libertad.

    Algunas medidas que se presentan como populares, por ejemplo, el fin del pago de contribuciones para la primera vivienda, se disfrazan como tales, sabiendo que nada más que uno de cada cuatro propietarios está afecto a este impuesto y son los más pudientes.

    Se promete que habrá un millón de empleos nuevos, pero no se dice cómo se hará en una economía que está cada vez más concentrada.

    Infundir temor es una de las estrategias más estudiadas por la psicología y la sociología, desde el “Temor a Dios”. Se trata de someter la voluntad del individuo y como herramienta social se infiltran las marchas y todas estas manifestaciones se amplifican por los medios con actos de violencia que provocan los infiltrados.

    Chile es, paradójicamente, uno de los países más seguros del mundo y el que aparece primero cuándo se mide la sensación de temor.

    Entonces, no es extraño deducir que las campañas de la derecha y ultraderecha no recurran a esta técnica, que se extiende a las personas más vulneradas y que no son privilegiados en el acceso a la información y a la educación.

    El miedo forma parte del mecanismo de supervivencia del cerebro, que puede condicionar nuestra vida, pues “no siempre diferencia entre un peligro real y uno imaginario”, advierte Gerardo Conesa, director del Instituto de Neurociencias Teknon de Barcelona.

    En una sociedad, el miedo se enfrenta con valor. Un buen líder es una persona que fomenta que su pueblo le acompañe en el proceso de liderar. Una o un buen líder es el que se equivoca y enmienda, la que saca adelante con diálogo las tareas que ha propuesto.

    En una empresa, un buen líder fomenta la curiosidad, abraza la incertidumbre, fomenta el pensamiento crítico. Abre camino a los que seguirán la senda.

    La derecha ha devenido en la ultraderecha y ha sucumbido a su discurso rupturista, en circunstancias que hoy el mundo se separa entre la cooperación y el individualismo, entre democracia y autocracia.

    Esta campaña quedará como un mal recuerdo de fanáticos en sus cinco minutos de fama.

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