Desde Madrid
He escuchado y leído infinidad de opiniones sobre el triunfo del ultra derechista movimiento que apoya a Javier Milei, en Argentina. Opiniones tan diversas, tan contrapuestas, que me imagino que muchas habrán seguido las encuestas previas como referente. Yo he conversado con periodistas argentinos, de diversa posición política, muy transversales, e incluido a seguidores de Milei para sondear hasta qué límites avanzará ahora, dentro de su euforia por el triunfo, con su desbocada motosierra.
Mi primera conclusión la obtengo de las propias palabras de Jorge Enrique Taiana, un líder del movimiento de oposición Fuerza Patria y que resultó electo diputado por la provincia de Buenos Aires, en las elecciones del domingo 26. Con mucha cautela señaló que había esperado que se produjera un voto enojado, un voto bronca, como dicen los argentinos. Al igual como ocurrió en el 2023, cuando Milei ganó la Presidencia de la República. Y argumentó que la gestión del actual gobierno es un desastre, por lo cual esperaba la reacción del peronismo, “que venía en alza en el último tiempo”. Sin embargo, no les alcanzó y mucha gente se quedó en casa, ante la duda de tal recuperación peronista.
La enorme abstención producida el domingo, poco más del 32% del electorado, existiendo el voto obligatorio, con castigo al que no lo cumple, hace pensar que muchos eligieron esto en vez de votar con dudas y disconformidad. Me dijo un colega que, aunque desprecia a Milei, no olvida lo mal que lo hicieron los peronistas, los kirchneristas, los seguidores de Cristina. Y decidió quedarse en casa y asumir la sanción (que es bastante baja, por cierto).
O sea, ante la duda que provoca ese “empate”, muchos electores se quedaron en casa, pensando con el bolsillo y con la olla, para ver lo que significará la ayuda millonaria ofrecida por Donald Trump a su amigo Javier Milei. Veinte mil millones de dólares ofrecidos una semana antes de las elecciones, “dejan mareados a los desafortunados que eligen lo que vendrá por sobre lo que es”.
En efecto, ante la zozobra financiera argentina, Trump prometió rescatar al gobierno de su incondicional aliado, Javier Milei. Y puso como condición “que ganara las legislativas del domingo pasado”. El lunes anterior a las elecciones, el Banco Central de la República Argentina anunció con bombos y platillos el “swap” (intercambio de monedas) con Estados Unidos. Y señaló en su comunicado que el objetivo era “contribuir a la estabilidad macroeconómica de la Argentina, con especial énfasis en preservar la estabilidad de precios y promover un crecimiento económico sostenible”.
Esa maniobra de Donald Trump ha sido considerada por muchos analistas como una intervención en los asuntos internos de otro país. Incluso, se han escuchado voces críticas de políticos y empresarios en el propio Estados Unidos, protestando por tal acción. Hasta agricultores estadounidenses exigieron explicaciones a Trump por tal ayuda al presidente ultraderechista.
El mandatario norteamericano justificó su decisión con un argumento que ahondó más en su intervención electoral: “Argentina está luchando por su vida”, dijo Trump. Y agregó: ”Están luchando con todas sus fuerzas para sobrevivir”. Y cerró con “Se están muriendo ¿de acuerdo? Se están muriendo”. Y se atrevió a decir cinco días antes de las elecciones que “si Milei pierde con un candidato de extrema izquierda, no seremos generosos con Argentina”
Con esas palabras, ampliamente difundidas antes de las elecciones, resulta obvio que hubo intervencionismo. ¿Quién se negaría a recibir una ayuda tan millonaria para asegurar su propia economía personal?
Ahora, en la euforia del inesperado triunfo, Javier Milei señala que no habrá cambios en sus planes de gobierno. Solamente estudiará los fallos registrados entre sus colaboradores, en referencia a los casos de corrupción que afectaron a sus más cercanos. Incluso, ha llegado a insinuar que volverá a presentarse a la reelección dentro de dos años. Ya se ve que el respaldo económico lo tiene…pero, ¿a cambio de qué?


