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    «Poca hombría exhausta»: Cuando el machismo revela su miedo (Chile y el mundo)

    Imagine un espejo gigante donde Chile se mira junto a otros países. La imagen reflejada muestra un problema profundo: muchos hombres chilenos se sienten perdidos y amenazados, y una parte responde con machismo. Esto no es solo una opinión. Una encuesta de la Universidad Diego Portales (ICSO UDP) reveló que la palabra que mejor define a los hombres chilenos, para la mayoría de la sociedad, es «machistas». Lo impactante es el consenso: un 68% de las mujeres y un 44% de los hombres destacan aspectos negativos en la masculinidad actual. ¿Por qué este acuerdo?

    La antropóloga Rita Segato nos da una clave: para algunos hombres, la violencia o el control sobre las mujeres no es (solo) un acto de poder, sino un «discurso» para probar ante otros hombres que son «hombres de verdad». Es como si necesitarán demostrar constantemente algo que, en el fondo, se sienten frágiles.

    La paradoja chilena: Más privilegios, más quejas

    Aquí surge una contradicción llamativa. Mientras las mujeres históricamente han tenido menos oportunidades, el 54% de los hombres chilenos encuestados cree que «ser hombre hoy es más difícil» (cifra que sube al 60% entre quienes se identifican con la derecha). Además, el 58% siente que hay «reglas demasiadas sobre lo que pueden decir o hacer». Es decir, perciben los avances hacia la igualdad y el rechazo al acoso como una pérdida de sus libertades anteriores, no como una ganancia de derechos para todos.

    Esta no es una crisis solo chilena. Como en los terribles feminicidios de Ciudad Juárez (México) o las violaciones sistemáticas en cárceles brasileñas, el machismo extremo a menudo funciona como una «muleta» o un disfraz. Oculta una profunda inseguridad: miedo a la autonomía femenina, miedo a perder estatus, miedo a no cumplir con expectativas sociales rígidas.

    El «Espectáculo» de la hombría frágil (en Chile y el mundo)

    La investigadora Rita Segato habla de «espectáculos de poder» que en realidad son pantallas de fragilidad («poca hombría»). Veamos cómo se manifiesta esto en distintos contextos, incluyendo Chile:

    1. Ciudad Juárez (México): Los feminicidios exhibidos cruelmente. Lo que esconde: Miedo visceral a que las mujeres sean libres, estudien, trabajen, decidan sobre sus cuerpos.
    2. Cárceles Brasileñas: Violaciones usadas para establecer jerarquía entre los reclusos. Lo que esconde: Impotencia social extrema, necesidad desesperada de sentir control en un entorno brutal.
    3. Chile 2024: Resistencia activa a cambios sociales hacia la igualdad (leyes de paridad, educación no sexista, rechazo al acoso callejero). Lo que esconde: Temor a perder privilegios históricos (en el trabajo, en la casa, en la calle) y dificultad para adaptarse a un modelo donde el valor no viene del dominio sobre los demás.

    Los datos chilenos que hablan de tradición (y cambio)

    La encuesta UDP nos da ejemplos concretos de estas tensiones en la vida diaria:

     Pagar la cuenta (35% lo considera «adecuado»): Aunque parece un gesto caballeroso, para muchos sigue siendo un símbolo de que el hombre debe proveer y controlar la situación, incluso en una simple cita.

     El piropo callejero (15% lo aprueba, 54% lo rechaza): Lo que para algunos es un «halago», para muchas mujeres es acoso que genera miedo. Que más de la mitad lo recace muestra un avance, pero que un 15% aún lo aprueba indica que normalizar el acoso sigue vigente.

     Lenguaje inclusivo («todas/os») (Solo 43% lo apoya): Resistirse a nombrar a las mujeres explícitamente en el lenguaje es, muchas veces, resistirse simbólicamente a su visibilidad y lugar igualitario en la sociedad.

    El muro emocional: Cuando los hombres no pueden (o no saben) sentir

    ¿Por qué cuesta tanto a algunos hombres adaptarse y renunciar al control? La neurobiología ofrece una pista: la alexitimia. Es un término complejo que significa una gran dificultad para identificar, entender y expresar las propias emociones. El experto Allan Schore explica cómo esto se desarrolla, muchas veces, porque a los niños varones se les enseña desde pequeños a reprimir el llanto, el miedo o la vulnerabilidad («los hombres no lloran», «sé fuerte»).

    Esto tiene efectos devastadores en Chile:

    Miedo a conectar: El 68% de los hombres chilenos teme «ser malinterpretado» al relacionarse con mujeres. ¿Es miedo al rechazo? ¿A no saber cómo actuar sin roles preestablecidos? La alexitimia dificulta la comunicación auténtica.

     La máscara de la fortaleza: Aunque el 80% rechaza que ir a terapia sea «debilidad», el 51% aún cree que los hombres deben aparentar fortaleza siempre. ¡La mitad de los hombres siente la presión de fingir! Esto genera estrés, ira contenido y dificulta pedir ayuda.

     El acoso como síntoma: Que el 51% de las mujeres chilenas reporte acoso (frente al 25% de los hombres) no es solo un problema de «algunos malos». Es también reflejo de una cultura que no enseña a relacionarse desde el respeto y la empatía, y donde la frustración o el deseo mal manejados derivan en violencia.

    ¿De dónde viene este modelo? ¿Hay alternativa?

    El modelo patriarcal tradicional (dominación masculina) tiene raíces antiguas y violentas. Estudios genéticos (publicados en Science, 2019) sugieren que oleadas de invasores de las estepas, hace millas de años, masacraron al 90% de los varones locales en la península ibérica. Este modelo se basa en la sobrecompensación violenta: usar la fuerza bruta para ocultar inseguridades y establecer dominio. En Chile, el síntoma es claro: un preocupante 11% de los hombres justifica la violencia «para hacerse respetar» (el doble del promedio nacional de aceptación de la violencia).

    Pero hay otra forma: el camino «Matrístico». Este concepto (contrario al patriarcado) enfatiza la colaboración, el cuidado, la vida y la conexión emocional. Y hay señales esperanzadoras:

    El cuidado gana terreno: El 81% de los chilenos aplaudió el postnatal para hombres del Presidente Boric. ¡El 89% cree que los hombres deben expresar sus emociones! La sociedad clama por masculinidades cuidadoras.

    Modelos que funcionan: Islandia redujo la violencia doméstica en un 40% tras implementar licencias parentales igualitarias y obligatorias para padres. Esto obliga a los hombres a involucrarse en el cuidado desde el principio, rompiendo estereotipos. Y en Çatalhöyük (Turquía, 7400 aC), una de las ciudades más antiguas conocidas, los hombres participaban en rituales de nacimiento, no de guerra, y no hay evidencia de dominación masculina violenta.

    El futuro chileno: Un sólido 67% de los chilenos prefiere una sociedad sin roles de género rígidos. Proyectos como «Hombres por la Equidad» en México enseñan una lección crucial: «La fuerza real está en detener al agresor del grupo». La verdadera hombría es aliada.

    Conclusión: Más allá del espectáculo vacío

    Mientras en Gaza, Juárez o las cárceles brasileñas vemos la expresión más brutal de una masculinidad que cree necesitar matar o dominar para existir, Chile refleja la fatiga global de este modelo fracasado. La trampa es clara: un 33% aún cree que los avances de las mujeres «perjudican a los hombres». Pero la mayoría (54%) entiende que la igualdad beneficia a todos.

    Como preguntan con aguda lucidez las niñas de Plan International: «¿Qué clase de ‘hombría’ teme a una adolescente caminando libre?». La respuesta nos señala el camino.

    El proverbio zapoteco de Oaxaca (México) nos deja la esencia: «La verdadera hombría no se mide por cuánto dañas, sino por cuántos protege sin que te vean» . Chile, y el mundo, necesitan más de esa hombría silenciosa, segura de sí misma y libre de miedos.

    Humberto del Pozo López es Magíster en Psicología (UNAM) y Magíster en Economía (UCL)

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