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    InicioOpinión𝐄𝐥 𝐃𝐞𝐬𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐏𝐫𝐨𝐠𝐫𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨

    𝐄𝐥 𝐃𝐞𝐬𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐏𝐫𝐨𝐠𝐫𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨

    Vivimos en un mundo donde ciertos hombres se aferran a una pregunta cargada de miedo: «¿Vamos a perder todos nuestros privilegios?». Esta angustia no es superficial: refleja un conflicto civilizatorio entre una masculinidad construida en oposición a lo femenino y la posibilidad de convivir en igualdad. Las guerras actuales —ya sea la dominación rusa, la estadounidense, el genocidio en Gaza u otras— son la expresión de un sistema eminentemente antifeminista, donde la igualdad de género se ha convertido en un campo de batalla ideológico polarizado. Desde MeToo, la discusión central es: ¿Qué mundo queremos? ¿Uno basado en la equidad entre géneros, sexualidades y razas? ¿O uno regido por la dominación blanca, occidental y masculina —aquella que, como diría Descartes, se erige como «amo y propietario de la naturaleza»?

    Esta resistencia patriarcal no es un fenómeno aislado. Es el síntoma de una herida histórica:

    𝟏. 𝐋𝐚 𝐈𝐦𝐩𝐨𝐬𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐕𝐢𝐨𝐥𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐢𝐚𝐫𝐜𝐚𝐝𝐨: 𝐔𝐧 𝐓𝐫𝐚𝐮𝐦𝐚 𝐄𝐩𝐢𝐠𝐞𝐧𝐞́𝐭𝐢𝐜𝐨

    Hace 4.500 años, la invasión de pueblos esteparios (Kurganes/Yamnaya) marcó un giro catastrófico. Armados con caballos domados, ruedas y bronce, impusieron mediante violencia extrema un modelo de supremacía masculina, exterminando sociedades matrifocales basadas en el cuidado. Este genocidio cultural no solo borró cosmovisiones integradoras, sino que instaló un trauma psicosocial y epigenético: la normalización de la dominación como orden «natural».

    𝟐. 𝐋𝐚 𝐄𝐮𝐠𝐞𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐒𝐢𝐠𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈: 𝐋𝐚 𝐁𝐚𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐃𝐞𝐬𝐚𝐦𝐨𝐫

    Hoy replicamos esa lógica esteparia de «depuración de lo frágil» mediante la eugenesia silenciosa:

    – Islandia y Dinamarca eliminaron al 98-100% de fetos con síndrome de Down.
    – EE.UU. lo hace en un 67-90%.

    Esta práctica no es «progreso médico», sino la institucionalización del rechazo al diferente. Como advirtió Humberto Maturana, el amor es la base biológica humana: «aceptación del otro como legítimo otro». La eugenesia prenatal fractura este principio evolutivo.

    𝐋𝐚 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐬𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐂𝐫𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚: 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐢𝐚𝐫𝐜𝐚𝐝𝐨, 𝐄𝐮𝐠𝐞𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐲 𝐁𝐚𝐧𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞𝐥 𝐌𝐚𝐥

    Hannah Arendt identificó en Eichmann la «banalidad del mal»: no maldad filosófica, sino obediencia acrítica a sistemas opresivos. Este mecanismo opera hoy en dos frentes:

    – La defensa de privilegios masculinos: Muchos hombres temen perder estatus, repitiendo patrones traumáticos de dominación.
    – La eugenesia prenatal: Se normaliza como «decisión médica», ignorando que perpetúa el trauma ancestral de exterminar lo vulnerable.

    Ambos fenómenos surgen del «yo de supervivencia traumática» (Franz Ruppert): una psique desconectada que evita su dolor dañando a otros. Así, el sistema patriarcal-capitalista dicta estándares de «vida válida», mientras nosotros obedecemos sin cuestionar, como Eichmann.

    𝐄𝐥 𝐎𝐥𝐯𝐢𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐌𝐞𝐜𝐚𝐧𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐮𝐩𝐞𝐫𝐯𝐢𝐯𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 (𝐲 𝐬𝐮 𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨)

    ¿Por qué nos cuesta recordar el origen violento del patriarcado? ¿Y por qué evitamos cuestionar la eugenesia? Hay un paralelo con la crisis climática: para seguir viviendo, no podemos pensar siempre que el planeta arde. Este olvido cognitivo nos protege, pero también nos hace cómplices. Nietzsche pedía un Amor Fati radical: amar hasta lo frágil e incontrolable. Sin embargo, la selección genética busca eliminar el azar, mientras la masculinidad tóxica niega la vulnerabilidad.

    𝐂𝐨𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧: 𝐒𝐚𝐧𝐚𝐫 𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐀𝐜𝐭𝐨 𝐑𝐞𝐯𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨

    La verdadera liberación exige un doble despertar:

    1. Conciencia del trauma ancestral: Reconocer que el patriarcado y la eugenesia son caras de una misma herida: la negación del amor como biología (Maturana).

    2. Recuperar la autonomía ética: Resistir la «banalidad del desamor» que normaliza las exclusiones.

    Como escribió Violeta Parra: ❝𝙎𝙤́𝙡𝙤 𝙚𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙘𝙤𝙣 𝙨𝙪 𝙘𝙞𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖, 𝙣𝙤𝙨 𝙫𝙪𝙚𝙡𝙫𝙚 𝙩𝙖𝙣 𝙞𝙣𝙤𝙘𝙚𝙣𝙩𝙚𝙨❞. Abrazar lo frágil —sea una persona con síndrome de Down, una mujer racializada o un hombre que deconstruye su privilegio— es el acto más subversivo.

    «𝗟𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗺𝗶𝗱𝗲 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝗻𝗱𝗮𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝘁𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱: 𝗲𝗹 𝘀𝗶́𝗻𝗱𝗿𝗼𝗺𝗲 𝗱𝗲 𝗗𝗼𝘄𝗻 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗿𝗲𝗰𝗼𝗿𝗱𝗮𝘁𝗼𝗿𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗳𝗿𝗮𝗴𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗿𝗲𝘀𝗶𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗲𝘀𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗵𝘂𝗺𝗮𝗻𝗼. ¿𝗔𝗺𝗼𝗿 𝗙𝗮𝘁𝗶? 𝗘𝘀 𝗮𝗯𝗿𝗮𝘇𝗮𝗿 𝗲𝘀𝗲 𝗺𝗶𝘀𝘁𝗲𝗿𝗶𝗼, 𝗻𝗼 𝗯𝗼𝗿𝗿𝗮𝗿𝗹𝗼.»

    FUENTES:
    – Maturana (El árbol del conocimiento),
    – Arendt (Los orígenes del totalitarismo),
    – Ruppert (Trauma, miedo y amor),
    – Estudios sobre eugenesia (JAMA Pediatría, Consejo de Europa),
    – Investigaciones históricas sobre culturas matrifocales (Marija Gimbutas).

    𝗥𝗲𝗳𝗹𝗲𝘅𝗶𝗼́𝗻 𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹

    El sistema que hoy polariza el debate de género y normaliza la eugenesia es el mismo que, hace milenios, impuso la espada sobre el cuidado. Romper este ciclo exige más que reformas: urge una revolución del amor como acto biológico y político. Como alertó Arendt: el mayor peligro no es la maldad, sino la inconsciencia que justifica la exclusión en nombre de la «normalidad». La cura está en tejer, desde las ruinas del trauma, una humanidad que ve en lo frágil su propia esencia.

    Humberto del Pozo López es Magíster en Psicología (UNAM) y Magíster en Economía (UCL)

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