El crimen organizado y la violencia se han convertido en un obstáculo central para el desarrollo en América Latina y el Caribe, según el nuevo Reporte Económico de América Latina y el Caribe (LACER, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, presentado hoy.
El informe, titulado “Crimen Organizado y Violencia en América Latina y el Caribe”, subraya cómo estos problemas agravan el ya frágil panorama económico de la región.
Se proyecta que América Latina y el Caribe crecerá un 2,1 por ciento en 2025 y un 2,4 por ciento en 2026, lo que la posiciona como la región de menor crecimiento a nivel mundial.
La región enfrenta niveles alarmantemente altos de violencia letal vinculada al crimen organizado. Las tasas de victimización son tres veces superiores al promedio mundial, y las tasas de homicidios son ocho veces superiores.
El reporte describe varios factores que contribuyen al auge del crimen organizado, incluyendo la creciente demanda mundial de bienes ilegales, intervenciones gubernamentales que han reconfigurado las redes criminales y la pandemia de COVID-19, que permitió a estos grupos consolidar su poder en zonas donde la presencia estatal es débil.
“El crimen organizado está proliferando rápidamente en toda la región, trascendiendo las fronteras nacionales y convirtiéndose en una amenaza generalizada. Este ya no es un problema aislado; exige un diálogo regional y global para impulsar soluciones y movilizar nuestra experiencia y recursos colectivos”, afirmó Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.