Los políticos de nuestro país a menudo buscan echar mano al electorado extranjero que vota en Chile. Fue la dictadura la que observó en los años 80 que los foráneos que llegaban a país tenían cierta preferencia por sus ideas. Entonces se trataba de inmigrantes del franquismo español y del nazismo alemán los que llegaban después del año 1945.
El derecho a voto, que solo era para las y los chilenos, fue incorporado en la Constitución para quienes tienen más de 5 años avecindados en el territorio nacional. Estos ni siquiera tienen que solicitar incribirse en el padrón, sino que el Estado chileno los anota automáticamente y, si no votan, los multa.
Con la idea de cambiar esta situación, el Ejecutivo ingresó 12 indicaciones a la Comisión de Gobierno Interior del Senado. Las propuestas incluyen que los migrantes deben tener residencia definitiva en Chile para poder votar y presenten un certificado de antecedentes penales de su nación de origen con una antigüedad máxima de 30 días. Además, se les exime de multa a ciudadanos de otros países por no votar. Tal vez el más importante de los cambios propuestos es que sólo podrán votar en elecciones municipales, pero no en elecciones nacionales.
Parlamentarios de izquierda y de derecha presentaron hace un año una reforma al sistema electoral que busca restringir el derecho al voto de los extranjeros. En ello están senadores del PPD, del PS de la UDI, RN y Evópoli.
Hoy el padrón llegará a un millón de extranjeros avecindados y ello levanta las alertas que el Gobierno quiere controlar, porque la obligatoriedad y la multa para extranjeros es una aberración, además de ser incorporados automáticamente en un listado donde no han pedido estar.
La discusión ha ido en si la norma actual facilita el acarreo de foráneos o si después de cinco años tienen derechos por estar residiendo en el país o si deberían votar en elecciones locales, pero no nacionales. También se argumenta que en otros países votan y en algunos no.
Chile debe empezar a hacerse cargo de sus problemas y en ello los extranjeros tienen todo el derecho de opinar y participar, pero votar es responder al peso de un país que formó a sus ciudadanos desde el nacimiento. Ser extranjero y tener un hijo chileno no debe dar derecho a votar, como algunos argumentan, salvo al nacido en Chile.
Nuestro país ha sido el lugar del asilo contra la opresión, no debe confundirse con la presión y el cautivo a foráneos para que voten, y las y los chilenos debemos ser soberanos sin delegar en un puñado de extranjeros nuestro destino.
Las personas nacionalizadas chilenas, en cambio, deberían tener derecho a votar en elecciones locales, hasta en las municipales, pero nunca en elecciones de autoridades regionales ni menos nacionales. Al resto, ni en las juntas de vecinos.