Miguel Ángel San Martín desde Madrid
La desfachatez para hacer política utilizando la mentira, está llegando a niveles intolerables en Chile. Hace unos días, el abogado del Presidente de la República, Jonatan Valenzuela, se vio obligado a salir ante los medios de comunicación para informar de una denuncia que hiciera una mujer en contra del Presidente, acusándolo de acoso sexual. El abogado señaló taxativamente que el hecho denunciado es absolutamente falso.
La denuncia, realizada ante la Fiscalía Regional de Punta Arenas el pasado 6 de septiembre, se remonta a julio del 2013 y la suscribe una mujer a la cual el Mandatario conoció cuando realizaba su práctica profesional. El citado abogado manifestó que fue Gabriel Boric “la víctima de un acoso sistemático, entre julio del 2013 y julio del 2014, vía correo electrónico, por parte de una mujer mayor de edad”. Agregó que la defensa del Presidente aportó al Fiscal a cargo de la Investigación, Cristián Crisosto Rifo, el pasado 22 de octubre, copias de “los 25 correos recibidos desde distintas direcciones de emails por parte de la misma persona, incluyendo en uno de ellos el envío no solicitado ni consentido de imágenes de carácter sexual explícito».
El abogado de la denunciante, Jaime García Bozzo, es un profesional que se ha declarado públicamente como seguidor del partido ultraderechista Republicano y en sus redes sociales publica a menudo ataques al Presidente Boric. Además, fue pareja y conviviente de la denunciante, hasta que se separaron bajo un caso de violencia intrafamiliar. Además, aparece como propietario de un automóvil en el cual huyó la citada mujer tras asaltar una gasolinera y por el cual ella está cumpliendo condena por robo con intimidación bajo libertad vigilada. La denunciante aparece también imputada en otros delitos, por amenazas simples y desórdenes públicos.
Dejando al margen cualquier otra consideración, creo que estamos en presencia de una maquinación con una denuncia de inaceptable inconsistencia jurídica. Y sorprende, además, la evidente e interesada interpretación que le están dando a este hecho en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales.
Con toda responsabilidad me atrevo a señalar que intentar sacar rédito político atacando al Presidente de la República, basándose en un caso tan falso, tan inaudito, es sobrepasar todos los límites de la decencia. Chile no se merece una prensa así ni a políticos de tan bajo nivel. Porque no le hacen daño al Presidente Boric, sino que desprestigian al país entero.
Analizando este asunto, comprobamos la similitud que existe con las maniobras politiqueras que también se viven en España, en Estados Unidos o en Brasil, por citar sólo algunos países. La famosas “fakenews”, o sea las noticias falsas, han surgido como una maniobra de gente que no cree en la Democracia y que actúan así para romperla y para manipular a los pueblos. Provocan situaciones de confrontación con sus rivales políticos, pero sólo consiguen tensionar la vida social de un país y paralizar el avance de iniciativas que signifiquen progreso y desarrollo.
En el caso que he relatado sobre la actualidad chilena, espero sinceramente que los propios tribunales de justicia lo resuelvan rápidamente y con contundencia. Sería una forma de demostrar que las instituciones funcionan, que el sistema judicial chileno reacciona con rigor y que está atento a parar cualquier maniobra interesada, que lo único que busca es provocar desconcierto en los ciudadanos. Igualmente, es necesario que el Colegio de Periodistas de Chile aplique con decisión sus normas éticas a los profesionales inescrupulosos. Todo esto constituiría una notificación contundente a los corruptos que quieren politizar la justicia llegando a extremos inadmisibles.