Chile está atravesando una revolución tecnológica que lo está posicionando como uno de los centros neurálgicos de la transformación digital en América Latina. En los últimos años, gigantes tecnológicos como Microsoft, Google y Amazon Web Services (AWS) han invertido fuertemente en la instalación de data centers en el país, impulsados por un entorno favorable que combina estabilidad política, infraestructura de energías renovables y una conectividad estratégica.
En un continente donde la competencia por atraer inversiones tecnológicas es intensa, Chile ha logrado destacar. El país ofrece un entorno de estabilidad económica, con un crecimiento estimado del PIB entre un 2% y un 2,5% para 2024, según el Banco Central, y una inflación controlada cercana al 4%. Esta predictibilidad es crucial para las grandes empresas tecnológicas que buscan operar en un entorno confiable.
Pero el verdadero diferenciador de Chile es su enfoque en energías limpias. El desierto de Atacama, que disfruta de una radiación solar casi constante el 80% del año, ha permitido al país desarrollar una sólida infraestructura solar. Hoy, más del 26% de la energía generada en Chile proviene de fuentes renovables, con el ambicioso objetivo de alcanzar el 70% en 2030. Esto no solo reduce los costos operativos, sino que también satisface la creciente demanda de las empresas por reducir su huella de carbono y cumplir con estándares globales de sostenibilidad.
Chile también ha sabido capitalizar su ubicación estratégica en la costa del Pacífico, sirviendo como una puerta de entrada a América Latina. Además, aunque es propenso a terremotos, sus avances en infraestructura antisísmica le han permitido consolidarse como un lugar seguro para la operación de data centers, ofreciendo una resiliencia que pocas regiones pueden igualar.
Dos proyectos de infraestructura gigantes están transformando aún más el panorama tecnológico de Chile: la línea de transmisión Kimal-Lo Aguirre, con llegada a Pudahuel donde se ubicará su centro de acumulación, y el cable submarino Humboldt, con llegada a Valparaíso.
Kimal-Lo Aguirre de la empresa Conexión de Transelec, actualmente en desarrollo, es una línea de transmisión de corriente continua que recorrerá más de 1,500 km para transportar energía renovable desde el norte solar de Chile hasta la región central, donde se encuentra la mayor demanda eléctrica del país. Con una inversión proyectada en US $1.200 millones y la capacidad de transportar 3,000 megavatios, esta línea garantizará que los data centers cuenten con un suministro energético suficiente, constante y eficiente, factor crítico para su operación ininterrumpida.
Por otro lado, el cable submarino Humboldt, con más de 13,000 km de extensión, conectará a Chile directamente con Asia, a través de Australia y Nueva Zelanda. Este ambicioso proyecto, que costará US $500 millones, reducirá drásticamente la latencia de las comunicaciones entre América Latina y Asia, uniendo a estos mercados de manera más rápida y eficiente. Actualmente, Chile depende de cables que pasan por Estados Unidos para llegar a Asia, lo que incrementa los tiempos de transmisión. Este nuevo cable, previsto para 2026, no solo abrirá nuevas oportunidades para las grandes tecnológicas, sino también para sectores como el comercio digital, la inteligencia artificial y la investigación científica.
La respuesta de las grandes empresas a esta infraestructura no se ha hecho esperar. Microsoft ha invertido más de US $200 millones en un data center en Santiago, con el objetivo de potenciar su plataforma Azure en toda la región. Google destinó US $150 millones a la construcción de su centro de datos en Quilicura, parte de su estrategia global para mejorar la capacidad de servicios como Google Cloud y YouTube.
AWS, por su parte, ha invertido más de US $100 millones en Chile en los últimos cinco años, buscando expandir su infraestructura para hacer frente a la creciente demanda de servicios en la nube en sectores como el comercio electrónico y la salud. En el ámbito local, empresas como GTD han invertido más de US $50 millones en la construcción de data centers con certificaciones internacionales, asegurando altos estándares de seguridad para empresas nacionales e internacionales.
A pesar del auge, el sector enfrenta retos importantes. Uno de ellos es la creciente demanda de talento especializado en áreas como inteligencia artificial, ciberseguridad y análisis de datos. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Chile necesitará capacitar a más de 70,000 profesionales tecnológicos en la próxima década para satisfacer la demanda del mercado.
En cuanto a ciberseguridad, aunque Chile ha avanzado con la reciente aprobación de la Ley de Protección de Datos Personales, aún ocupa el puesto 54 en el Índice Global de Ciberseguridad. Mejorar este ámbito es esencial para garantizar la confianza en los servicios digitales y atraer aún más inversiones.
Con la entrada de gigantes tecnológicos, el desarrollo de proyectos clave como la línea Kimal-Lo Aguirre y el cable Humboldt, y un enfoque en energías renovables, Chile se perfila como el próximo gran hub tecnológico de América Latina. Las inversiones proyectadas en infraestructura digital y energética superan los US $2.000 millones en los próximos cinco años, una clara señal del compromiso del país con la modernización tecnológica.