¿Rivales o enemigos?

Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid

El diccionario nos dice que un RIVAL es un competidor sobre un tema concreto. Disputa con otro un mismo objetivo.  Por su parte, la palabra ENEMIGO identifica a alguien que tiene mala voluntad hacia otra persona y que le desea o le hace mal.

Hemos dicho en reiteradas ocasiones que la Democracia es el mejor sistema que ha inventado el ser humano para convivir en sociedad. Y eso significa que nos dotamos de formas de relación donde se solucionan las controversias mediante el diálogo. Y si no es posible hacerlo, se busca la opinión de cada uno de los miembros de esa sociedad mediante un voto secreto, informado e individual. Eso se llama “Participación ciudadana”.

A través de los años, este sistema se ha ido perfeccionando, gracias al desarrollo e inteligencia que el propio ser humano ha ido teniendo basado en el conocimiento y la experiencia.  Y así se ha llegado a la votación, cada cierto periodo de tiempo, para dirimir quién o quiénes nos representan en los órganos de dirección de la sociedad organizada.  Debido a esto mismo, comenzó a surgir el concepto de la rivalidad, o sea la contraposición de unas ideas a otras.  De tal manera que la Democracia se fue estructurando gracias al intercambio de ideas, a la vez que crecían rivalidades de grupos que se reconocían por ideas que se debatían en forma inteligente.

Desgraciadamente, ahora estamos llegando a un punto en que han ido creciendo en muchos lugares del mundo grupos que de la “rivalidad” están pasando a la ”enemistad”. Grupos que buscan el poder, a pesar del riesgo de que se rompa el sistema de convivencia, mediante la destrucción total del oponente. Y para lograrlo, utilizan todos los medios posibles. Por ejemplo, usan a autoridades y cargos públicos, magistrados del sistema judicial, la diversión ideológica mediante la tergiversación de la realidad, mentiras para hacer daño difundidas por medios de comunicación afines y, finalmente, amenazan con llegar a la violencia destructiva. En definitiva, a estos no les gusta la Democracia, cuando no les sirve para sus intereses personales, por sobre los generales.

Cuando los rivales se transforman en enemigos, la tolerancia desaparece y la moral humana retorna al pasado más oscuro. Se detiene el avance de la especie humana y surgen las injusticias, las aberraciones, las corrupciones y la desunión general.

En la actualidad, el avance de la irracionalidad destructiva se va produciendo por los cauces de la democracia, y va corroyendo el sistema de convivencia. Utilizan las malas artes para conseguir sus objetivos mediocres, para lo cual cuentan con autoridades de la política y de la administración que también son corruptos e intolerantes. Controlan medios de comunicación masiva que mienten, políticos que recogen dichas mentiras y van inventando realidades ficticias, empresarios y comerciantes que se coluden para conseguir mayor riqueza, policías que, debiendo ser garantes de la tranquilidad y de la paz, sólo dan respaldo y protección a quienes mandan circunstancialmente, y a jueces que emiten fallos aberrantes en contra de los razonamientos lógicos.

Reitero, estos hechos se están viviendo hoy mismo en diversos países. Y, como lo hemos dicho reiteradamente, demuestran que la Democracia está en peligro. Vivimos momentos cruciales en nuestra convivencia y la olla amenaza con hervir hasta reventar, hasta romper la convivencia pacífica y construir una sociedad feudal donde pequeñas minorías dominan y explotan a sangre y fuego a las grandes mayorías.

Debemos asumir de que la Democracia es fuerte y que podemos utilizar sus cauces para defenderla. Como somos seres inteligentes, estamos convencidos de que debemos utilizar esos cauces que la propia democracia nos ofrece para conseguir que la Humanidad retome el camino de la paz y del progreso. La democracia se defiende con más democracia.