Con resultados en la mano se pueden sacar conclusiones. La derecha no puede decir «no lo vimos venir».
La votación de este domingo transformó al tridente Renovación Nacional, UDI y Evópoli, en la tercera fuerza política del país, en circunstancias que hace 15 meses eran la primera. ¿Qué pasó entre tanto?
Los republicanos, si seguimos la votación del Senado, pasaron de tener un Senador a elegir 22, aunque su sistema de elección es del 50% cada 4 años, pero es cuestión de tiempo. Si miramos la elección de diputados, pasaron de tener el 10% de la Cámara al 44%. Todo ello en desmedro de la UDI, RN y Evópoli, principalmente, porque el Partido Republicano pasó a ser el más grande de Chile, donde -por ahora-, gobierna la centro izquierda, pero es cuestión de tiempo.
Y es aquí donde la derecha no puede decir «no lo vimos venir», porque la ultra derecha se estuvo preparando 5 años con Kast y lo intentará de nuevo el 2026. Si hasta el 4 de septiembre los republicanos no existían con esta fuerza, fue el Rechazo la catapulta que les faltaba. Cuando la centro izquierda y el centro político ofreció aprobar la propuesta constitucional y trabajar de inmediato para las reformas que se necesitaban para el texto, la derecha dijo no. Si hubiesen tomado la oferta, los republicanos no estarían, con toda seguridad, celebrando hoy. No existirían con la fuerza que aparecen este lunes, y el Congreso estaría reformando la fallida nueva Constitución, pero eso es historia.
La gente votó por el partido que no quiere reformar la actual Constitución, de modo que con la capacidad de vetar y modificar el articulado que llegará el 6 de junio, con los votos de la derecha, podrán proponer una Carta Magna incluso más retrógrada que la del año 1980. Quizás si le preguntaban a la gente si quería mantener la actual Constitución salíamos de una vez del entuerto y hasta aquí llegábamos.
Pero el destino quiso que RN, la UDI y Evópoli comiencen a vivir el camino que la historia hizo recorrer al partido Radical, al PPD y a la DC, y se transformen en comparsa de los polos políticos que los signos de los tiempos nos ofrecen.